Al salir de Jericó, Jesús y sus acompañantes ven un ciego llamado Bartimeo, el cual sentado junto al camino pedía limosna. Al oír que era Jesús comenzó a gritar y a decir: Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí. La gente le regañaba para que se callase. Jesús se detuvo y le preguntó, ¿ qué quieres que haga por ti?. El ciego le respondió” Maestro, que pueda ver”. Entonces Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y le seguía por el camino. El ciego, naturalmente, espera recuperar la vista, como el enfermo la salud, el prisionero, la libertad, el estudiante, terminar sus estudios con éxito. Si el Señor nos pidiera a nosotros, “¿ qué quieres que haga por ti?” . Nosotros le pediríamos muchas cosas que creemos necesitar. Pero lo más importante que podemos desear es un gran amor a Cristo y por consiguientes a nuestros semejantes. Pidamos todos los días: Fe, Esperanza y Caridad. La Fe es esa luz que el Señor nos va dando y que ilumina nuestra vida y nuestra muerte. ¡ Señor Jesús, creo en Ti, pero aumenta mi fe! La Fe nos da la esperanza y la seguridad de que Dios nos ama y desea lo mejor para nosotros. De las tres virtudes teologales: la Fe, la Esperanza y la Caridad, la más excelente es la Caridad, el Amor. San Pablo, en el capítulo 13 de la 1º carta a los cristianos de Corinto, nos dice: “ Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nadie. Y si repartiera todos mis bienes entre los necesitados, y si entregara mi cuerpo a las llamas pero no tengo amor, de nada me serviría. El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe, no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.
El amor es el mayor de los dones del Espíritu
Para ser feliz: amar y ser amado.