La letra pequeña de los recortes acaba aflorando, en mayúsculas y subrayada en fosforito, con el paso del tiempo. No hay que esperar mucho para comprobar los efectos nocivos de suprimir partidas en determinados sectores. Aunque lo primero que me viene a la mente es potenciar la Educación, la Sanidad, y el I+D+I, hoy quiero centrarme en otras áreas donde también se ha metido un buen tijeretazo. Y las consecuencias ya están ahí.
En Eivissa la falta de recursos y de personal en multitud de sectores, sobre todo en Hacienda, Interior y Trabajo, se ha traducido en la proliferación de «intrusos» o «piratas» que, amparados en esa ausencia de vigilancia y de control, nos saquean en verano y afean la imagen de nuestra isla. La oferta ilegal se dispara año a año.
Aunque probablemente nos separe a Alfonso Rojo (presidente de la Pimeef) y a mi un océano ideológico en materia económica, coincido plenamente con él cuando afirma que invertir en inspecciones siempre sale rentable. Lo que pierde la caja pública en contratar técnicos e inspectores de hacienda o de trabajo y efectivos policiales se reintegra, con creces, con más recaudación tributaria, con la creación de más y más competitivas empresas y con trabajadores más productivos al ser respetados sus convenios y lo que es más importante, sus derechos.
España y sus gobernantes no están acostumbrados a la amplitud de miras y a implementar medidas largoplacistas. Buscan resultados inmediatos, titulares, votos. Pero España y especialmente Eivissa necesita reformas mucho más profundas, estructurales, si queremos seguir siendo competitivos. Y, además, requiere acabar con la competencia desleal y el intrusismo. Una enfermedad que ridiculiza la idílica imagen que antaño desprendía la isla.