Es curiosa la intensidad del vínculo que se puede dar entre estos animales y las personas, de hecho puede ser difícil de entender para quien lo ve desde fuera.
La convivencia entre el ser humano y el perro data de al menos 30 milenios, de hecho el desarrollo y evolución de este animal ha ido paralelo a la evolución del ser humano durante esta largo período a bien de ser considerado como el mejor animal de compañía para el ser humano.
Pienso que existen una serie de características propias de la gran mayoría de los perros que nos sorprenden y conmueven: su afecto y adhesión a sus amos son inquebrantables, no se quejan tal como lo hacen los humanos, aguantan el dolor o el hambre, parecen dar mucho en comparación con lo que reciben, jamás atacarían o harían nada en contra de sus amos, a menudo dan muestra de su sofisticada inteligencia en la manera como van conociendo de forma cada vez más profunda la manera de ser se sus amos.
No solo se trata de las muchas virtudes que tienen los perros, sino también de que función y que espacio vienen a llenar para sus dueños. A menudo compensan una dificultad en relacionarse de algunas personas ayudando a despertar la sensibilidad y afecto o ofrecen una gran compañía a personas mayores con poca compañía. Además de como animales de compañía, por si fuera poco, los perros prestan una ayuda impagable a personas discapacitadas, e incluso en diferentes organismos e instituciones. En los últimos años se está potenciando el uso en psicología de los perros y otros animales como agentes terapéuticos en patologías del desarrollo.
Tras años de compartir vivencias, momentos, de estar acompañando, aunque sea en silencio y en su rincón, a sus propietarios en los momentos de la vida alegres y tristes, se genera un vínculo muy sólido, que hace que el sufrimiento y la muerte de estos animales afecte en gran medida a sus amos, dado que son considerados miembros de la familia.
La relación de un perro con su propietario no deja de ser algo que tiene un tinte bastante particular «de ese perro y de ese propietario en concreto»; cada propietario con su perro tiene sus rituales, momentos, juegos e incluso manías, absolutamente privados y propios, y que abarcan muchas vivencias de muchos tipos.
Después de 5, 10, 15, o más años con un perro, tanto animal como propietarios han ido cambiando y evolucionando con el tiempo. De manera habitual hemos tenido un perro durante todo su ciclo vital y hemos estado presentes en toda su vida, hasta el momento de su muerte, con el de testigo de nuestras idas, venidas: a menudo nos hemos enamorado, casado, formado una familia, mudado, despedido a familiares... con el perro de fondo.
Estos magníficos animales son testigos silenciosos (asumen sin opinar) y se suelen adaptar a todos los cambios de nuestra vida, es por ello que a menudo, después de tantos años de convivencia, aunque en muchos momentos su presencia no esté en un primer plano, cuando mueren sí que pasa al primer plano toda la tristeza y toda la gratitud que se siente hacia ellos, y nos damos cuenta de cuantas cosas hemos compartido y como de profundo es el vínculo que nos ha unido, y cuanto hemos cambiado juntos.
Es absolutamente necesario tratar a nuestro animal con enorme respeto, como nosotros quisiéramos ser tratados, pero al límite que implica un perro no es un ser humano, y por lo tanto no hay que tratarlo como a una persona, porque implica «no tratarle bien» en cierta manera, aunque haya quien no opine igual.
Saludos y disfrutad de vuestra mascota y todo lo que os puede aportar.