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OPINIÓN | Jesús Sánchez, presidente Asociación Ocio Nocturno

La epidemia de los beach clubs

| Eivissa |

Hace ya 4 años que venimos anunciándolo y reivindicándolo. El Ayuntamiento de San Antonio de Ibiza solicita al Govern un cambio de la Ley Turística respecto a los Beach Club y Hoteles Concierto porque «las playas se convierten en chill outs con dj`s, los restaurantes ofrecen sesiones de música tecno y los hoteles convierten sus espacios en discotecas al aire libre.» (Juanjo Ferrer. Concejal de urbanismo Sant Antoni).

Una absurda moratoria cuando el problema de estos establecimientos de alta gama es que su éxito se basa en el incumplimiento de 2 normas de igual rango que la Ley Turística: la Ley de Contaminación Acústica, que limita a un nivel máximo de 65 dB la actividad musical en el exterior, y la ley de Actividades que prohíbe dicha actividad entre las 24.00 y las 10.00. Ni la una ni la otra están acompañadas por la necesaria voluntad política para que se cumplan.

En su momento y antes de su aprobación ya le dijimos por distintos cauces al Sr. Carlos Delgado, artífice de este y de otros despropósitos de la Ley, que estaba aprobando la quiebra de un difícil equilibrio al definir al Club de Playa en el Capitulo de los establecimientos de entretenimiento «Art. 60 /1. Se entiende como servicio de entretenimiento las actuaciones musicales, tanto en vivo como por medio mecánicos o electrónicos, las exhibiciones artísticas variadas, el baile público y, en general todas aquellas que se llevan a cabo para entretener a los asistentes» justo donde se define a las Salas de Baile, Salas de Fiestas y Discotecas, cuya actividad debe realizarse en espacios cerrados. Ya le ofrecimos una frase de acompañamiento que rechazó: "estos establecimientos situados en las inmediaciones del mar, no están exentos del cumplimiento de la normativa de aplicación con respecto al desarrollo de sus actividades musicales en el espacio exterior.» Autista ante nuestro aviso y prisionero en el tiempo, sus sucesores y otros responsables políticos de distintas Administraciones y algunos de su propio partido, nos confirman en los despachos la constatación del despropósito y de su dificultad para reconducirlo por la precariedad de sus recursos.

La moratoria es un instrumento que beneficia a algunos si se mantienen las políticas de permitir los incumplimientos. Mientras tanto algunos empresarios de discotecas de Ibiza siguen pagando los préstamos bancarios que financiaron la obligación de «taparse» para evitar que se escapase ni un dB del interior de sus locales.

Inicialmente creímos que el Club de Playa podía ser una afrenta contra nuestro sector. Llevamos tiempo diciendo que es, además, una afrenta también contra la sociedad ibicenca y que, de seguir así, penalizará a la isla como destino turístico.

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