Queridos lectores. La clase de hoy se escribe bajo el título de una serie cinematográfica de clase B. Bien es cierto que podría haberse titulado como «Teoría de la Ciencia Política y del Comportamiento Humano», pero; créanme, yo ya pasé por esa prueba en la facultad, y todavía sigo teniendo pesadillas al respecto; si bien, no en cuanto a la propia ciencia política como asignatura; sino mas bien sobre las formas de comportamiento que adoptan los humanos con respecto dicha ciencia en sí, derivadas de sus malas artes. Para no liarla, me van a permitir que tomemos, pues por ejemplo, los albores de la constitución del 78, en donde ya los padres de la misma- y digo padres, que ya conocen el dicho ese de que madre solo hay una, pero padres muchos- nos perfilaban los muchos errores de los que iba a ser dotada esta, pues sin ir más lejos se olvidaron de poner tres puntos suspensivos en el Título tercero: el relativo a las Cortes Generales, principalmente, porque ninguno de ellos, - si hubiera sido madre, seguro que hubiera estado más pendiente de la criatura- , pudo prever que qué podría ocurrir mas allá de una segunda elección en menos de un año, y ni por asomo, pensar qué podría ocurrir con unas terceras o unas cuartas y así hasta el infinito y mas allá. ¡Ya ven! Con tres puntos suspensivos se hubiera solucionado el que cualquier líder se hubiera podido presentar una y mil veces a cualquier moción de confianza. Y yo me pregunto que si por entonces en el 78 había tantas dudas acerca de cómo debía conformarse tanto y tanto artículo, no hubiera sido más talentoso haber solicitado por parte de tanto padre, ayuda a aquellos que por circunstancias divinas de la vida compartían las mismas páginas de la historia en la parte llamemos le más interesante de aquel entonces; y me estoy refiriendo a la propia movida en sí y a toda la fauna y la flora circundante del momento; obviando eso también, algún que otro estrambótico ser como fuera el propio Almodovar & McNamara, polifacético como nadie, y el primero que además de darle al corto y a otras cosas, también le dio al arte escrito bajo el seudónimo de Patty Diphusa, hasta que en la gloria de su madre, y algún que otro pistacho que se tomó, imagino, realizó, dirigió, interpretó y yo no sé que mas hizo, porque manos, a este genio y padrastro de la patria, le sobraban; aquel mítico film cuyo nombre se escribió con letras de oro a la par que nuestra tan denostada Constitución, -que siendo estrella, acabó estrellada- , y cuyo título fue: «Pepi, Lucy, Bom y Otras Chicas del Montón» y ahí precisamente es a donde mi disertación les quiere llevar, máxime teniendo en cuenta que entre todas las chicas del montón, hubo una que acabó por no serlo tanto como así lo demostró una tal María Olvido Gara Jova, conocida entre otras como Alaska. ¡Bien! Dicho esto; y habiendo llegado hasta aquí; les confesaré, que al igual que la clave se encuentra en Rebeca; aquí la clave del futuro de nuestra Constitución se encuentraba en Alaska, y que todas aquellas conclusiones que hayan podido extraerse de los más íntimos secretos ocultos de nuestra afamada y también denostada Ley de leyes - o como algún que otro leguleyo pronunciaría: «iuris et de iure», pudieron ser dilucidados por este ser tan especial, y digo especial porque hay que serlo para tener por pareja a otro ser no menos especial como es un tal Mario Vaquerizo, aunque este último, resulte inofensivo intelectualmente hablando. Cuando Alaska sacó a la venta aquel single llamado, «mi novio es un zombi», allá por el 83 ya nos estaba advirtiendo de la cantidad de cadáveres políticos que iba a dejar en su camino la falta de acuerdos y de consensos electorales, y mucho más aún los frutos que iban a dar todas aquellas «salidas forzadas» de partido, provocadas por tantos excesos de poder llevados hasta el extremo de sentirse más intocables que aquellos que protagonizara Eliot Nes. En fin! Hagan me caso. O no me lo hagan, pero procuren hacer suyas esas frases en boca de María Olvido, - Alaska para sus amigos- que no perdonan a aquellos que acaban en la oprobiosa bancada del fondo, del descrédito y del deshonor, de cualquiera cámara legislativa, para la mayoría, llamado grupo mixto, y que dice así:
Mi novio es un zombi
es un muerto viviente
que volvió del otro mundo
para estar conmigo
mi vida ya tiene sentido
recuperé el amor perdido
intacto pero podrido.
Nadie está dispuesto a marchar por sí mismo. Triste sinrazón.