Jesús completa su enseñanza sobre la oración. La oración además de ser perseverante y llena de fe debe brotar de un corazón humilde y arrepentido de sus pecados. El Señor nunca desprecia un corazón contrito y humillado. La parábola presenta dos clases de personas diferentes totalmente. El fariseo, meticuloso en el cumplimiento externo de la Ley; y el publicano que no se atreve a levantar los ojos al cielo dice: Señor, ten compasión de mí que soy un pecador. La oración del fariseo no agrada a Dios debido a su orgullo. Se fija en sí mismo y desprecia a los demás. Por el contrario, el publicano reconoce su indignidad y se arrepiente sinceramente. El Señor nos dice que el publicano volvió a su casa justificado.
El fariseo, en cambio, marchó con los mismos pecados, porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado.
Hoy celebramos el Día de las Misiones. El lema del DOMUND de este año «Sal de tu tierra» significa mucho más que irte y dejarlo todo. Significa, por tanto, lo que dijo el Señor a Abraham: Sal de tu tierra, de tu familia, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Se trata de una invitación que han hecho suya miles de misioneros españoles que libremente han tomado la mochila y se han ido muchas veces para no volver. Recordemos a los ibicencos, el P. Palau, el P. Riera, jesuitas misioneros en la India, y el P. Antonio Ribas, misionero carmelita, que murió últimamente en Honduras. Todos ellos dieron un gran testimonio de su fe y de su amor a Jesucristo, y optaron –dejando las comodidades y los seres tan queridos, familiares y amigos,- para llevar la Fe de Jesucristo a muchos hombres y mujeres ávidos de conocer a Jesucristo y la luz del Evangelio. El enviado por Dios al mundo, nuestro Señor Jesucristo, el primer misionero, dio este mandato a sus discípulos. «Id al mundo entero y predicad el Evangelio».
Después de los apóstoles, hombres y mujeres, llenos de amor a Cristo y a todas las almas, parten para tierras lejanas para que Cristo sea conocido y amado en todo el mundo. Los misioneros, además de evangelizar, que es el objetivo y la finalidad principal de su misión, atienden las necesidades sociales de tantos hermanos nuestros por los que Cristo también vino al mundo y murió en la cruz, y que carecen de lo más elemental para poder subsistir y llevar una vida más humana y más digna. Por ello levantan escuelas, hospitales, orfelinatos, iglesias…. Pero todo eso, sin nuestra ayuda no lo pueden realizar.
Además de nuestra fervorosa oración por los misioneros, vamos a colaborar con nuestra aportación económica en la extraordinaria colecta por las Misiones. Es cierto que también en nuestra Diócesis hay muchas necesidades. De todos modos, según nuestras posibilidades, ayudemos poco o mucho pero siempre con amor generoso.