Ibiza, la isla de los excesos; pero esta vez no nos referimos a excesos de fiesta ni drogas, ni lujos, ese es un tema trillado, estoy hablando de los excesos de los empleadores para con sus trabajadores.
Como todos sabemos la temporada de verano se convierte en casi un deporte de alto riesgo, entre la sobrepoblación de la isla y el afán de conseguir un buen trabajo que nos permita vivir un invierno tranquilo; y es aquí donde comienza nuestro problema con jornadas laborales interminables a una paga muy poco bondadosa y promesas que los empleadores luego no cumplen, como el famoso «día de descanso», que nunca llega o el «solo por hoy ven más temprano» y se torna costumbre pasar de una jornada de 8 horas a una de 10.
Me ha tocado vivir en primera línea desde billetes falsos en la nómina, hasta conocidos que con el pretexto de, «Se está terminando la temporada y no te necesito tantas horas aquí, así que completarás tu jornada picando piedra en mi campo», no estoy mintiendo esto ha pasado de verdad. Y todo por el pretexto de, si me voy, detrás mío hay más queriendo mi puesto de trabajo y que supuestamente es difícil encontrar sitio por la misma nómina, entonces permitimos que se nos trate como esclavos; también es cierto que es un «tire y afloje», ya que muchos empleados vienen de fiesta y no son muy responsables, creo que es aquí donde está el problema, un empleador no se va a esforzar en tratar bien ni tener en condiciones a un empleado que la mitad del verano va a llegar con resaca o se la va a pasar de baja porque no se le pasa el colocón de la noche anterior, aunque eso no le da derecho al empleador a abusarse como lo hace. Me gustaría saber porque así como la gente se queja y se moviliza por el abuso en los alquileres, nadie hace nada sobre este asunto más que quejarse entre amigos en algún bar, alguna noche que por fin logramos librar. Si es por tener miedo a quedarse sin trabajo, si todos se quejaran por la situación y a todos los echan, pues entonces habrá nuevas posibilidades para todos de un curro nuevo y mejor. Sino nos hacemos respetar nosotros mismo no nos va a respetar nadie y esto más que costumbre se va a volver una tradición.