A fuerza de recurrir a la difamación permanente y a los juicios sumarísimos desde el pedestal de una pretendida superioridad moral que les ha otorgado no se sabe quién, era cuestión de tiempo que Podemos usara los mismos métodos contra los discrepantes de su formación, que son muchos y muy ruidosos –«un poco bocas», que diría Montse Seijas (imagen). Al fin y al cabo, es posible que sea básicamente lo que hay en esa bancada ‘podemita', un grupo de rebeldes antisistema a los que una vez que su partido se convierte en sistema, no les cuesta nada arremeter contra su propio equipo. En pocos días Podemos ha transmutado el tratamiento protocolario de Molt Honorable señora presidenta del Parlament de les Illes Balears, que le corresponde a Xelo Huertas, por el de Molt Poc Honorable señora Presidenta, cosa que hacen siempre con el expresident del Govern José Ramón Bauzá, sin que concurra ningún otro motivo que la discrepancia política.Cuesta contener la risa cuando Alberto Jarabo y Laura Camargo piden «prudencia y responsabilidad» a Huertas y Seijas, como si ellos fueran sobrados de tales cualidades. En el colmo del cinismo, se mostraron confiados en la presunción de inocencia de las diputadas expedientadas y Camargo añadió: «No somos jueces». Como si no fuera justamente a eso a lo que se dedican cotidianamente, a juzgar y a condenar sin pruebas y sin posibilidad de defensa. Que lo haga Juan Pedro Yllanes, que es juez, pase. Pero ellos…
Hay que ser inconscientes para haber metido al Parlament en una crisis institucional como la que ahora se atraviesa, cesando cautelarmente de militancia nada menos que a la presidenta de la Cámara, por haber dicho en un foro interno que no votaría los presupuestos que Jarabo apoya solo porque hay más dinero para IB3 y para su antigua productora, para la que trabaja su pareja. Han triturado conscientemente la imagen pública de Huertas, a quien ya nada ni nadie podrá quitar el estigma de haber sido acusada de presunta corrupción por su propio partido. Pero Huertas no es mujer que se esté callada y amenaza con ir a los tribunales, lo cual es muy comprensible y natural. Pero también conviene que la presidenta haga una reflexión. ¿Acaso ha llegado a creer por un instante que ocupa el escaño más alto, representativo de la más alta autoridad y dignidad en la sala de las Cariátides, por méritos propios? No sea infeliz. Presente su dimisión hoy mismo.