Los católicos llevamos ya dos semanas y hoy empezamos la tercera del tiempo de Adviento, ese tiempo que nos prepara para la Navidad, la fiesta de la venida de Jesús sobre la tierra y que, gozando de esa presencia y sus sabidurías, nos ayuda a prepararnos para su venida final y definitiva al final de los tiempos. Si vivimos bien este tiempo, podremos celebrar bien la Navidad y acoger también sus enseñanzas. Este tiempo exige al cristiano una particular dedicación a la meditación, a la oración, a la preparación interior para celebrar bien el misterio de la venida de Cristo sobre la tierra, la Navidad.
Y hay personas que fueron maestras en la preparación para la acogida de Jesús en la tierra. Recurriendo, pues, a la historia y enseñanza de esas personas, eso nos podrá ser un buen beneficio. Así podemos citar por ejemplo a los profetas del Antiguo Testamento y muy especialmente a la Virgen María, a San José y a San Juan Bautista. Voy a compartir algunas reflexiones sobre estos personajes, que en nuestra Diócesis tienen parroquias dedicadas a ellos, con el deseo de que podamos vivir bien este tiempo.
La Virgen María es toda una maestra en ese proceso. Ella se puso totalmente disponible a cumplir la voluntad de Dios. Viviendo en Nazaret, un pueblo que entonces no tenía ninguna importancia no sabía cuál iba a ser su futuro. Pro una cosa sí que era clara en ella: era una persona que creía en Dios, que se fiaba de Dios, que hablaba con Dios por medio de la oración. Eso lo vemos en los primeros capítulos del Evangelio de San Lucas. Y Dios no siendo esa joven de Nazaret una persona importante ni extraordinaria la elige para que sea la madre terrena de Jesús: se lo propone -como decía San Juan Pablo II «Dios propone y no impone»- y Ella lo acoge diciendo: «Soy la sierva del Señor, que se cumpla en mí esa palabra».
Eso le supuso cambiar la relación con su pretendiente, que era el carpintero José, Tras el «sí» que le hizo a Dios en el diálogo que tuvo con el Arcángel Gabriel, ella paulatinamente empezó a sentir dentro de su cuerpo cómo empezó a formarse el cuerpecito de Jesús. Va a ayudar a una persona que la necesita, su prima Isabel; se dispone a llevar un buen estilo de familia, defender al hijo de persecuciones, como la de Herodes, etc. En definitiva, preparada para acoger a Jesús cambia su vida y la cambia hacia el bien, hacia el servicio, hacia la bondad.
Así, pues la Virgen María es un modelo para ayudarnos a acoger a Jesús, a vivir con Él, y en consecuencia que nuestra vida sea una vida digna y de servicio y de ayuda como es Dios. Para que la próxima fiesta de Navidad no sea un día más de nuestra vida, sino un día especial, un día que nos aporta la cercanía y la presencia de Dios aprendamos esas buenas acciones y actitudes de María de Nazaret para vivir la Navidad como la vivió Ella.
Ella cuando nació Jesús lo presentó a los pastores, a los Reyes Magos, lo llevó al templo y no lo abandonó nunca, ni en la cruz en Jerusalén cuando todos lo abandonaron y condenaron. Acepta el plan que Dios le propone, vive con Jesús y para Jesús: todo un modelo para nosotros.
Para poder vivir una buena Navidad, acudamos a María, Madre y Maestra nuestra, y así nos dirigimos con confianza y amor: «María, Madre Buena, queremos caminar contigo y crecer en la esperanza que nos lleva a la Navidad, para celebrar gozosos el fruto bendito de tu vientre, Jesús».