Mi presidente del Parlament Balear (porque nos debería representar a todos), el Sr. Baltasar Picornell, popularmente conocido como Balti, ha sido multado levemente por la Delegación del Gobierno porque cuando no era nadie hizo una sentada con unos coleguis en medio de las calles fornalutxencas para impedir que se celebrara el correbou que es una tradición en ese pueblo pintoresco del frondoso valle solleric. Es decir, un grupillo decidió por su cuenta y riesgo (sin ni siquiera hacer una asamblea de vecinos, ellos que son tan asamblearios) que los morlacos no debían correr o correrse (que tanto monta). Ellos son animalista-leninistas y por tanto se oponían de hoz y coz a que los astados corrieran entre el gentío sin maltrato alguno. Finalmente fueron arrastrados dulcemente por la benemérita para aliviar y despejar la rúa y aquí paz y después gloria. El problema no es el de correbous sí o no, la cuestión es que cuatro antitaurinos, con su aliño indumentario de tribu urbana (que viene a ser su traje de luces) impiden a todo un pueblo, que ni siquiera es el suyo, que celebre sus fiestas de acuerdo a sus tradiciones que para nada conculcar la normativa del Ministerio del Interior. Lo grave es que unos compis deciden lo que va a ser este mundo y tal vez el otro. Nos dan permanentemente clases de moral, de valores o de infravalores y nos dicen constantemente lo que tenemos que hacer y cómo debemos enfocar nuestra vida y cosmovisión que tiene que ser como la suya. A mí, por ejemplo, no me gusta la carpintería metálica pero no hay ninguna razón para imponer mí criterio, verdad querido Balti. Tanto os cuesta ser demócratas. Probad ese elixir, igual le pilláis el gustillo.
Balti entre los toros
J. García Marín | Eivissa |