Impresionante la manifestación del domingo en Barcelona. Impresionantes las palabras de Josep Borrell. Impresionantes las de Francisco Frutos. Impresionantes y valientes. Escuchar a Paco Frutos decir de sí mismo que es un «botifler» y añadir que es un «traidor» contra el racismo que los independentistas está creando, no sé a ustedes pero a mi me produjo una sacudida.
Es de agradecer que en los últimos días personas de la izquierda, personas que lucharon en primera línea contra el franquismo, personas que hicieron la Transición, como Paco Frutos o Nicolás Sartorius salgan a decir que basta ya y a no permitir que nadie crea que toda esta aventura del independentismo tiene nada que ver con la izquierda de verdad. Una izquierda que ahora representa Podemos en España y Podem y la CUP junto a Los comunes de Colau en Cataluña, pero que nada tiene que ver esta izquierda con la de, insisto, de verdad.
Por eso no diré que me sorprende la reacción desde un ya inexistente PCE descalificando a Frutos al decir que no les representa. En realidad el PCE de hoy no existe salvo en papel porque los nuevos dirigentes han acabado con el viejo partido subsumiéndolo de mala manera en Podemos.
Pero a lo que voy, las palabras de Borrell y Paco Frutos son las palabras de dos hombres de izquierda capaces de hacer frente desde el discurso de la razón al aventurerismo del independentismo y que me han supuesto un alivio en mi estado de ánimo puesto que llevo más de un mes padeciendo ansiedad. Y a la ansiedad le sumo una profunda tristeza.
Es lo mismo que le sucede a muchas de las personas de mi alrededor, familiares, amigos, conocidos. Personas de todos los ámbitos, que al igual que yo no pueden sustraerse a la desazón que les provoca la situación que unos cuantos aventureros han creado en Cataluña.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Esta es la pregunta que más se escucha éstos días en cualquier conversación. Sí, cómo se ha podido llegar hasta aquí, qué es lo que ha fallado, qué es lo que se ha hecho mal, cómo es posible que algunos políticos catalanes secundados por tantos de sus conciudadanos no sean capaces de apreciar el Estado democrático en que vivimos, etc, etc, etc.
Todas estás preguntas y reflexiones son las que nos venimos haciendo los ciudadanos de a pie y somos muchos los que nos vemos afectados por una profunda tristeza. Quizá también rabia, sí, a qué negarlo. Tristeza, indignación, rabia.
Quizá es hora de que nos sacudamos la tristeza y demos una oportunidad a la esperanza con la celebración de elecciones en Cataluña el próximo 21 de diciembre.
Hubiera sido mejor, sin duda, que la convocatoria la hubiera hecho Carles Puigdemont, así se habría evitado que el Gobierno tenga que aplicar el artículo 155 de la Constitución, pero en cualquier caso creo yo que supone un alivio que los catalanes vayan a las urnas con todas las garantías legales.
Eso sí, no basta con ir a las urnas, sino que de estas salga un gobierno capaz de devolver a Cataluña a la normalidad. Y será importante que los líderes políticos catalanes estén a la altura del desafío.
Desde que estalló está tragedia creo que los ciudadanos hemos descubierto la capacidad de hacer política y de sentido común de Miquel Iceta. Sin duda el líder socialista puede y debe de ser un puntal en la nueva etapa que se inicie a partir del 21 de diciembre. Como lo debería de ser Inés Arrimadas.
La líder de Ciudadanos viene demostrando que tiene un proyecto para Cataluña, y que al igual que el de Iceta, es un proyecto para todos los catalanes, es decir incluyente y no excluyente.
El tercer partido constitucionalista es el PP, y siendo decirlo, pero creo que Mariano Rajoy se debería de plantear sustituir al señor García Albiol por alguien capaz de unir y no de separar.
Albiol no es un líder para estas circunstancias. Ahí está Andrea Levy u otros miembros del PP de la nueva generación con un lenguaje y una actitud distintas a la de García Albiol.
Pero vuelvo al principio, ojalá el 21 de diciembre podamos cambiar la tristeza que, ahora a tantos nos invade, por la esperanza. Y ojalá los ciudadanos de Cataluña sepan desbrozar el trigo de la paja. Que escuchen atentos a Borrell y a Frutos.