La feria turística ITB de Berlín supone la última información fiable sobre las perspectivas turísticas de la temporada, tras Fitur de Madrid y la World Travel Market de Londres. Todas son importantes, muy importantes y todas aportan una visión complementaria que nos ilumina sobre el futuro inmediato de Ibiza y España en general.
Este año la tendencia es coincidente: los mercados cautivos y dañados del Mediterráneo están despertando de la pesadilla, de la guerra y de las revueltas. No prestarán servicio con toda su contundencia de hospedaje. Pueden crecer muchísimo más. Tienen todo el capital que quieran disponible y ya se está empleando a fondo en el Mar Rojo, en especial Arabia Saudí. Son los mismos países que llevan unos ocho años sufriendo enormes ataques en su estabilidad. Pero son poderosos y quieren el turismo, el mismo turista que aquí recibimos con insultos, pintadas y movidas que enrarecen el ambiente, sobre todo en Barcelona y Mallorca, donde cultivan la promoción asilvestrada. También en Ibiza hubo unos amagos pictóricos para demostrar el talento de estos artistas del deconstructivismo y del follón. Pero algún cerebro pensante detuvo a tiempo las manos negras.
No podemos bromear con lo de comer por muchas ganas que tengamos de expulsar a un millón de turistas. Y si el propio mercado no lo regula, tendría que ser la política de gobierno quien moderara estas ansias mórbidas de crecimiento alocado. No se puede levantar ni un solo hotel ni urbanización más en las Pitiusas. Gestionemos con prudencia y arte las 100.000 plazas que ya tenemos, más los alquileres turísticos regulados y aprendamos a competir con tesón y nobleza. Aun así tendremos problemas, pero será una buena temporada.