El pasado miércoles fui con Cristina Bauzá de Mirabó a la presentación en el Hotel Suecia de Madrid —famoso porque allí estuvo alojado Ernest Hemingway— del libro editado por Espasa “¡Viva Tabarnia!” escrito por el president a l´exili de Tabarnia, Boadella, con prólogo de Vargas Llosa. Libro muy ameno, divertido, teatral y contracorriente, como todo lo de Boadella. El punto de partida del mismo es que en un país civilizado, moderno y democrático como es España desde la Transición, con sus luces y sombras, no hay sitio para los nacionalismos supremacistas catalán y vasco y otros colaterales como el que tenemos imponiéndonos su moralina en Baleares.
Boadella estuvo contra Franco, pero en realidad él no ha cambiado, sigue estando contra todo lo que asfixia la sociedad; y claro, asiste perplejo a todo lo que está pasando en su tierra, al pensamiento único que allí impera y a esa dictadura estelada que divide, con invenciones históricas y latrocinios soñados, a la población catalana en buenos y malos. Lo último que hemos visto es que ERC (que está implantada en Baleares, o sea ¡tenemos un partido independentista de Cataluña que decide por nosotros!) ha presentado en el Congreso un proyecto no sobre el bilingüismo, sino para erradicar el español del ámbito de los Països; es decir que nuestra lengua constitucional por antonomasia se convierta en una lengua residual, como el sueco o el chino; vamos que si quieres aprender español que te vayas a una academia de idiomas. Tabarnia es una bocanada de aire fresco, como lo fue el «Viva España» de Manolo Escobar durante el Procés. Nada peor que les pongan un espejo para que se refleje ese Ghandi con barretina que anda libre por Alemania.