Cristina Cifuentes ha renunciado a su master obtenido en la Universidad Rey Juan Carlos. Es de suponer que lo ha hecho con la pretensión de «rebajar» la polémica sobre este escándalo.
La todavía presidenta de Madrid lleva la sonrisa encajada en todas sus apariciones públicas pero es público y notorio que hasta en su propio partido aguardan expectantes que decida presentar su dimisión.
Pero Cifuentes da muestras de un gran aguante y dicen quienes la conocen que no se irá salvo que Mariano Rajoy de una manera explícita la «deje caer».
Pero por ahora Rajoy también aguanta decidido a su vez a no aceptar el ultimátum de Ciudadanos para que el PP sustituya a Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid.
Puede que Mariano Rajoy crea que en el último momento Ciudadanos no se atreva a apoyar la moción de censura que convertiría a Ángel Gabilondo en presidente de la Comunidad de Madrid. Y es que en el PP están convencidos de que si Albert Rivera apoya a Gbailondo eso tendrá una repercusión negativa para Ciudadanos en las urnas.
En mi opinión se equivocan. Lo que los votantes no perdonarían a Ciudadanos sería lo contrario, es decir que mantuvieran a Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid.
La credibilidad de Ciudadanos quedaría en entredicho si lo hiciera.
De manera que ahora mismo Rajoy y Rivera se están echando un pulso que tiene como limite unos días más, es decir se acaba el tiempo para llegar a la moción de censura.
Lo sorprendente es que el PP y el propio Mariano Rajoy no hayan aprendido de lecciones anteriores. Cuando hay casos en que queda en entredicho la actuación de un cargo político lo mejor es que el afectado haga mutis por el foro. Naturalmente el afectado tiene todo el derecho a defenderse pero se hace menos daño a si mismo y a su partido si esa defensa la hace desde la retaguardia.
Veremos cuanto aguanta la Rajoy el pulso y cuanto Cifuentes su situación más que precaria.