Salvador Dalí era un español universal con teorías tan maravillosas como la de que cuando la diosa Afrodita salió del mar en Creta, temblaba; su chasquear de dientes fue imitado con conchas y vulvas marinas, que están en el origen de los crótalos de Creta y de las castañuelas tartesias de Cádiz. Cuando en el flamenco oímos repicar las castañuelas, es el eco del temblor de Afrodita cuando salió de la espuma de las aguas...
Yo creo que en las raras ocasiones en que Afrodita no estaba desnuda, lo primero que se puso fue un vestido de corte Ad Lib, que viene del latín Ad Libitum: Hace referencia al placer y al gusto por la libertad, algo muy afrodisio. Cuando tal moda nace como tal en la Ibiza de los elegantes hippies, la isla estaba considerada mundialmente como el paraíso de la libertad y el vive como quieras sin dar el coñazo. Había ritmos más allá del sieg hail electrónico y pescadores y príncipes se sentaban a la misma mesa, sin aberrantes cordones de very indecent people o el más bajo denominador común de la cuenta corriente. Entonces, como ahora entre la gente auténtica o de magnífica máscara, lo que contaba era la personalidad, la chispa y la belleza.
La embajadora de la moda, Smilha, decía aquello de viste como quieras pero sé elegante, que es una cita que hubiera firmado Oscar Wilde. Necesitamos más elegancia Ad Lib en las Pitiusas por encima de esos horribles uniformes en los que se embutan las esclavas del grunge. Una al.lota vestida con esas telas vaporosas de Ad Lib ilumina toda una estancia, desplegando una magia sexy y armoniosa que hechiza amorosamente.
Que Afrodita sea siempre tu guía.