El jueves pasado Juan Mestre hizo una disección del oficio periodístico realmente valiente que nos dignifica a todos los que con mejor o peor fortuna practicamos esta profesión (que no es la más antigua del mundo), y en su columna dejó a la altura del betún a esos políticos que se dedican a instrumentalizarlo todo y que son feroces con el contrincante político, pero cuando uno de los suyos hace lo mismo o mucho más, se convierten no en lobos sino en ovejas que justifican lo injustificable. Periódico de Ibiza y Formentera ha descubierto a un político con las manos en la masa y punto. Pero como el pillado en la ciénaga es del grupo de los buenos, de los que defienden a los obreros, a los niños, a los emigrantes, a los desheredados del mundo mundial y además está en contra del cambio climático, pues ha salido uno de Guanyem, que seguro se pasa el día reventando el genérico, quejándose de que los ibicencos sepan la verdad por este rotativo. Es decir, la verdad les interesa un pimiento, ellos están en la posverdad que consiste en hacer creer a un montón de gente poco alfabetizada que lo que ellos dicen es de verdad. Es el ande yo caliente y ríase la gente. Yo predico y doy lecciones pero luego resulta que me pillan haciendo mis cosillas. Un buen ejemplo de lo que quiero decir es el del presidente ZP, personaje digno de un tebeo de Ibáñez, resulta que la Fiscalía aprecia delitos en varios contratos de su, por llamarlo de alguna forma, Gobierno. ZP, defensor de la pureza máxima, resulta que tiene cloacas que explicarnos, por no hablar del papelón que está cosechando dando alas a un dictador que tiene a los venezolanos hechos polvo.
Opinión/ Jesús García Marín
La verdad es amarga
J. García Marín |