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Opinión/Jesús García Marín

Ganas de marear

| Ibiza |

El exministro Rodolfo Martín Villa, con quien he tenido la fortuna de hablar varias veces, además de hacer un gran trabajo en la transición, fue distinguido con el título de «hijo adoptivo de Sabero» porque promovió viviendas sociales en aquel pueblo leonés. Pero cuando llegó IU al poder le quitaron la distinción.

Martín Villa recurrió, ganó el pleito y cuando tuvieron que devolverle el título de hijo adoptivo, dijo que no lo quería. Ahora parece que por Ibiza estamos en cosas similares, el Consell d´Eivissa no tienen nada mejor que hacer que comenzar una caza de brujas para que se retiren las distinciones ibicencas de que fueron objeto tanto miembros franquistas como aquellos que se acomodaron bien durante la dictadura.

Yo creo que ese asunto no importa a casi nadie. ¿Tenemos que ponernos ahora a señalar a quién le dieron una orla, un diploma o una corona de laurel en la dura posguerra y en los planes de desarrollo? La verdad es que mientras las alcantarillas de Eivissa rebosan mierda, los containers se depositan en canteras, las facturas se pagan aceleradamente y el hospital Can Misses tiene un montón de problemas, por no hablar del tema del alquiler, resulta que el principal problema de los ibicencos es la busca y captura de los falangistas y franquistas insulares distinguidos, vivos o muertos, quitarles el distingo y hacer una cosa que a día de hoy ni pone ni quita nada a la sociedad y que es pura propaganda huera.

Si esa lista de distinguidos en los tiempos oscuros se hace bien, nos podríamos llevar incluso grandes sorpresas porque podrían emerger de la misma hasta parientes de los antisistema, porque la Guerra Civil fue eso, no me canso de repetirlo, familias divididas por el cainismo que inocularon algunos políticos cutres.

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