La concejala Cristina Ribas ha decidido dejar el PI, pero no el acta en el Ayuntamiento de Sant Antoni. Dice que no deja su cargo porque se debe a los ciudadanos que la votaron, como si realmente alguien pudiese creerse que esta señora hubiese sido concejala sin formar parte de una candidatura municipal como la del PI de Sant Antoni. Más o menos dijo lo mismo Salvador Aguilera cuando abandonó Podemos en el Parlament hace unos meses. Aguilera también decidió mantener su escaño y 3.000 euros al mes, para servir a los ibicencos. Serán los votantes los que dentro de cinco meses pongan en el lugar que se merecen a estos dos nuevos tránsfugas del panorama político ibicenco.
Con este episodio a escasos cinco meses para las elecciones, el partido que preside Jaume Font deberá hacer un profundo examen de conciencia sobre si su futuro pasa por tener oportunistas en sus filas, al precio que sea, tal y como ocurrió con UM. Porque lamentablemente el PI cada día se parece más a Unió Mallorquina, y eso no es una buena noticia para Font. Como parece que Vox le va a robar ese papel de bisagra, no estaría mal en el futuro que eligiese mejor con quién se junta.
Pues ya tenemos a la señora Ribas como concejala no adscrita, con la etiqueta de tránsfuga que no se la quitará de por vida, con el alcalde Cires manteniéndola en sus cargos del equipo de gobierno y con Simón Planells haciéndole un hueco en las listas municipales del PSOE. Muy mal deben estar las cosas entre los socialistas ibicencos para que el candidato de Sant Antoni tenga que completar la lista con dirigentes de otros partidos, pero estas situaciones nunca acaban bien. Si la señora Ribas no estaba a gusto en el PI lo mejor que podría hacer es marcharse a casa. Y en silencio, mucho mejor.