El pasado miércoles la Santa Iglesia recordaba a San Maximiliano Mª Kolbe, un sacerdote polaco que entregó su vida por un compañero conducido a la muerte en el campo de concentración de Auschwitz. Ejemplo humano de caridad heroica. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito. Jesús entrega voluntariamente su vida – ejemplo de amor divino- por amor hacia nosotros. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. En estos momentos considero oportuno invocar al Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. ¿Qué fuego es ese sino el mismo del que habla Cristo en el Evangelio? Fuego de apostolado que se robustece en la oración: no hay medio mejor que éste para desarrollar, a lo largo y a lo ancho del mundo, esa batalla pacífica en la que cada cristiano está llamado a participar. Dios ha venido al mundo con un mensaje de paz, de reconciliación. Si nosotros resistimos por nuestros pecados a la obra redentora de Cristo, nos oponemos a Él. La injusticia y el error provocan la división y la guerra en la medida en que los hombres unidos por la caridad superen el pecado, desaparecerán las violencias. Jesús llama Bautismo a su muerte, porque de ella va a salir resucitado y victorioso para nunca más morir. Cristo en su vida terrena fue signo de contradicción. Él mismo nos previene que tendríamos luchas, pruebas, tribulaciones y sufrimientos, pero el Señor nos dará fuerza para resistir los posibles contratiempos que nos harán sufrir. Pero como dice San Pablo: Todo lo puedo en aquél que me conforta. El que persevera en la piedad y en el Servicio a Dios, por muy poca importancia que parezca tener su vida a los ojos de los hombres, se convierte en instrumento apto del Espíritu Santo para dar a conocer a Cristo a los demás. La primera de las cuatro bienaventuranzas que expone San Lucas es: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Siempre ha habido y habrá ricos y pobres. Pero no debe haber miseria, no se debe llevar una vida infrahumana, gente que carece de lo estrictamente necesario para poder subsistir, personas que pasan hambre, que mueren de hambre. Los ricos cada vez son más ricos, y los pobres son cada día más pobres. Cristo, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Los ricos deben ayudar a los pobres, los dirigentes de las naciones ricas deben colaborar eficazmente a favor de las naciones más pobres.
20 domingo T.O. (Lc.12, 49-53)
Lucas Ramon Torres. |