Cuando gobernaban Soraya y Mariano Rajoy, la presidenta Francina Armengol estaba todo el día con los agravios del centralismo a Baleares. Mucha contribución económica de nuestra autonomía al Estado y escaso retorno de la misma. Es decir, lo que viene sucediendo desde siempre: «dar mucho y recibir poco», como la medalla de la madre. Es verdad que nuestra tierra ha tenido siempre, desde el caciquismo decimonónico, mucho de taifa y la endogamia política ha sido, y sigue siendo, una constante histórica y hasta biológica. Quiero decir que los políticos locales han campado por sus respetos porque el Estado ignoraba hasta la existencia de las Islas salvo para programar viajes de novios o para dar un ramo de flores a la turista un millón que además era guapa y sueca. Tenemos, a mi juicio, unos políticos pasotas que van a lo suyo y por otro lado tenemos al de la tesis doctoral que está en su observatorio de Madrid haciendo ingeniería política cutre y viendo cómo se nos avecina una crisis económica que podría ser muy virulenta, aunque la ministra Nadia Calviño ya ha dicho, lo que le dijo Solbes a Pizarro, que de crisis nada, que estamos muy bien. Así las cosas resulta muy extraño que la presidenta Armengol no exija absolutamente nada a su líder y presidente en disfunciones que en su nadería está obviando completamente la financiación y los temas de Baleares. Al final, Sánchez está pendiente de Cataluña, de la exhumación de Franco y de la operación Errejón (un señor de escaso nivel, que no tiene nada que decir y menos que aportar)… y de lo mío, que diría la Armengol, nada de nada. Eso sí, Sánchez irá a las Islas arremangado a dar un mini miting y no sé si a meterse con Vara de Rey. El electoralismo barato y cansino lo anega todo.
Opinión/Jesús García Marín
Sánchez y Baleares
Jesús García Marín. |