Una vez finalizada la temporada turística, limpios y cerrados la mayoría de hoteles, restaurantes y establecimientos turísticos, es el momento de hacer balance con los números en la mano.
La ocupación hotelera entre mayo y octubre según los datos de la Federación Hotelera de las Pitiusas ha pasado en Formentera del 75,68% de 2018 al 71,75% de 2019. Un 5 % menos.
Algunos empresarios empezaron a poner el grito en el cielo a principio de la temporada, cuando en mayo el descenso fue del 8,5% y en junio del 6,61%.
En Julio y Agosto el descenso ha sido moderado, de 3 y 1,8 puntos respectivamente.
No me parecen datos alarmantes, teniendo en cuenta que a Formentera la “crisis” no ha acabado de llegar y que desde el pasado 2011, año tras año los números han sido de récord en todos los sentidos.
Destinos como Egipto, Túnez y el resto de países con dominio de la religión islámica, han ido recuperando visitantes, una vez han mejorado la seguridad.
Venir a Formentera no es ni fácil, ni económico. Muchos establecimientos han subido de categoría y por tanto también de precio. Eso ha hecho que las estancias hayan sido más cortas. El trayecto en barca de Ibiza a Formentera tiene un coste muy elevado. La oferta gastronómica y hotelera es en muchos casos excelente y eso obviamente tiene un coste.
Muchos hoteleros han hecho un gran esfuerzo invirtiendo en la modernización de sus instalaciones y en personal cualificado para ofrecer mejor servicio. En cambio ha habido otros que amparados en la potente marca Formentera, siguen abusando de esta para ofrecer un servicio muy por debajo del precio que cobran. Eso es grave para la fama de la isla como destino turístico y perjudica a la parte del sector que quiere hacer las cosas bien. Como siempre, el mercado acabará poniendo las cosas en su sitio.