Empezamos el año despejando la duda de la investidura. Los Reyes Magos, hartos de la interinidad política que sufre España desde que Mariano Rajoy fuera forzado a abandonar la presidencia del Gobierno, han decidido regalarnos un atisbo de estabilidad política. Salvo algún giro dramático de los acontecimientos, Pedro Sánchez será investido el próximo martes gracias a los apoyos de Podemos, PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, Teruel Existe, Albacete También, Partido Progresista Conservador, Partido de Bryan, La Jessi Presidenta, Penya Independent, Associació de Pagesos Salvatges y la abstención de ERC.
Retumban en nuestro cerebro las persistentes acusaciones de traición a la patria por parte de la derecha cleptómana catalana hacia ERC y por parte de la derecha rancia española hacia el PSOE, lo cual nos augura dos cosas: elecciones anticipadas en Cataluña y gritos sordos en la tribuna del Congreso en esta nueva legislatura que parece ya muy vieja. Son muchos los responsables, pero los votantes solemos ser certeros a la hora de señalar al principal culpable de la inestabilidad, algo que hicimos con claridad el pasado 10 de noviembre.
El supuesto superhombre de Estado que se iba a alzar como el nuevo héroe del centro, pasó de poder ser vicepresidente del Gobierno con una sólida mayoría absoluta con el PSOE, a ser una mera nota a pie de página en la historia de la democracia, quedando como el político irresponsable, oportunista e inútil para el parlamentarismo que condujo a España a una repetición electoral que otorgó la llave del gobierno a los separatistas a los que decía combatir. Ahora su partido es una caricatura condenada a la desaparición. Podemos resumir este periodo como la historia del ascenso y desgracia del gran Rivera el Breve.