Este 25 de noviembre las instituciones y los medios de comunicación nos recordarán que 1.074 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas desde 2003, el año en el que este país puso el contador a cero y empezó a registrar los crímenes machistas. Se destacará que en 2020 ya son 41 las mujeres asesinadas, tres de ellas en Baleares.
Estos datos empiezan a calar en la sociedad y cada vez nos hacemos más conscientes de que estas cifras no son casuales, que vienen a señalar que algo no funciona correctamente en la relación entre mujeres y hombres y que ya no basta con lamentar las pérdidas y condenarlas públicamente. Que estas mujeres mueren por el mero hecho de serlo, porque sus agresores se sienten con poder de acabar con sus vidas en un momento determinado.
Para llegar a ese punto, previamente se han tenido que poner en marcha una serie de mecanismos que tenemos, entre todos y todas, la obligación de desactivar. Al margen de los asesinatos, que son solo la punta de un terrible iceberg de desigualdades, existe un enorme catálogo de otro tipo de violencias, discriminación, maltrato y desprecio hacia las mujeres.
Desde hace unos años, cualquier persona o entidad puede adoptar su compromiso personal contra la violencia de género entrando en la página web www.reaccionem.com. Solo hay que leer el manifiesto que define perfectamente el problema al que nos enfrentamos y hacer click en aquellas obligaciones que nos veamos capaces de afrontar en nuestro día a día. Podemos adoptar la decisión de no apoyar a marcas que usen la publicidad sexista o estereotipada, de apoyar una educación igualitaria para niños y niñas, de no fomentar el uso sexista de los juguetes, de no controlar a nuestra pareja mediante el móvil, de no usar calificativos sexistas, de no recurrir a la prostitución y un montón de acciones más que nos pondrán delante de un espejo, frente a nuestra realidad, obligándonos a analizar si ya hacemos ese tipo de cosas en nuestra vida diaria y cuanto margen de mejora tenemos para aportar a la sociedad. Rellenar ese formulario para ‘reaccionar' es un ejercicio que nadie debería dejar de hacer.
Llevemos esa reacción a nuestra familia, a nuestro grupo de amistades, a nuestro entorno laboral. Seamos agentes del cambio contra las violencias que están en la base del iceberg, las que ayudan a consolidar un sistema de creencias en el que la vida de las mujeres no tiene el mismo valor que la de los hombres, donde sus cuerpos pueden ser mercantilizados tanto para uso sexual como reproductivo, donde pueden ser menospreciadas por lo que llevan puesto, por la edad que tienen o por lo que deciden hacer con su vida. Cambiemos los cimientos del sistema y no permitamos que aquellos que conducen contra dirección, los negacionistas de esta violencia, los que menosprecian las opiniones de las mujeres, los que comparten chistes machistas, los de ‘mujer tenías que ser' o ‘se lo buscó llevando esa falda' nos hagan dudar ni un momento del objetivo: eliminar todo tipo de violencia contra las mujeres.