En el municipio de Sant Joan hemos perdido a un político servicial, un joaní comprometido y, en mi caso, a un amigo. Corren unos tiempos en los que la crispación parece haberse convertido en la tónica general de la política, algo que siempre he criticado, tal vez porque pertenezco a una generación que prefiere dialogar a discutir y que prefiere acordar antes que colisionar.
Vicent Tur ‘Fluixà' fue partidario de lo primero y es gracias a ello que, a pesar de nuestras diferencias políticas, siempre tuvimos algo más que una relación cordial. Fuimos dos amigos que siguieron senderos políticos distintos, pero que encontraron su nexo de unión en la defensa de la Ibiza rural y en la defensa de los intereses de nuestro municipio.
A Vicent Tur le conocí en mi adolescencia, etapa en la que compartimos muchas actividades juveniles, pero fue en mi etapa de funcionario cuando conocí su faceta más profesional, concretamente en 1987, cuando se convirtió en primer edil de Sant Joan. De ese periodo guardo un excelente recuerdo, dado que consolidamos el vínculo de amistad que se había fraguado. Esos dos años de alcalde fueron suficientes para que Vicent desarrollara proyectos tan necesarios y tan vivos a día de hoy como la escoleta de Benirràs o el Camp d'aprenentatge de Sa Cala. Precisamente, el pasado lunes la Junta de Gobierno municipal aprobó por unanimidad una propuesta mía dirigida a reconocer y poner en valor el servicio prestado por Vicent Tur a su municipio.
El llorencer fue un hombre bueno en todas sus acepciones. Era capaz de dialogar con todo aquel que se lo pidiera y tenía la hoy escasa virtud de escuchar. La política siempre fue su pasión, algo que demostraba en las largas y amenas charlas que solíamos tener. Siempre preocupado por el porvenir y por como mejorar, Vicent era alguien con quien se podía dialogar sin estridencias. Tengo la plena convicción de que siempre buscaba el diálogo como mejor instrumento para llegar a consensos, en tanto que lo consideraba la manera más eficaz de llevar a cabo una propuesta o una idea.
Fui su adversario político, pero jamás su enemigo. Vicent Tur deja una huella imborrable en los corazones de todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerle. Su estilo afable, su sabiduría y su gusto por reivindicar los derechos e intereses de los payeses hacen de él un espejo en el que muchos políticos se deberían mirar. Tur me demostró que discrepancia no es sinónimo de desencuentro.
Como alcalde de Sant Joan y como amigo personal, quiero transmitir mis más sinceras condolencias a su familia, amigos y compañeros de partido. Estoy convencido que, allá donde esté, Vicent seguirá sonriendo y trabajando por mejorar la vida de los que le rodean. Que en paz descanse.