La campaña de vacunación ha empezado y las dosis de Pfizer ya se están administrando a la población de riesgo, aunque también las están recibiendo de manera irregular algunos sátrapas que han retratado al ejecutivo de Armengol. Vacunarse sin tener derecho a ello es otra forma de corrupción que parece extenderse entre los altos cargos socialistas que están a las órdenes de la consellera de salud, Patricia Gómez. Se han vacunado directores de residencias, de hospitales, altos argos del IB-Salut, sindicalistas, concejales socialistas y cargos que iremos conociendo en los próximos días. Ello no ha provocado la menor asunción de responsabilidad por parte de ningún político, siguiendo la línea de su lideresa que, deambulando entre copas por el Hat Bar fuera del horario permitido, decidió perseguir al que hubiera filtrado esa información en lugar de dimitir y pedir perdón.
Hasta ahora, MÉS y PODEMOS han sido sucursales sin competencias que se han ido tragando escándalo tras escándalo, escondiéndose debajo del ala del PSIB. Armengol los ha toreado a su antojo, los ha ninguneado y los ha bautizado como meros peones de un tablero del que ella es la reina infalible. La sucesión de episodios éticamente repudiables podría suponerle a la mallorquina su primera crisis de gobierno, si es que sus socios todavía albergan algún ápice de decencia y responsabilidad. Una presidenta que permite que sus amiguetes se vacunen antes que sanitarios, personas mayores y enfermos o que mantiene los hospitales saturados y sumidos en un completo caos durante la peor crisis sanitaria que recordamos no puede seguir un día más al frente de la máxima institución autonómica. Mientrastanto, sus cachorros se entretienen hablando de un hospital de Madrid para difuminar el espectáculo.