Cuando comencé a colaborar con el Periódico de Ibiza, veintisiete artículos atrás, uno de mis mayores deseos era lograr agitar las conciencias y, aportando datos y pruebas, demostrar que éramos custodios de un grandísimo país gobernado, lamentablemente, por políticos sin escrúpulos que en la mayoría de los casos siempre han priorizado sus propios intereses y los de su partido al bienestar de los ciudadanos que se jactan en representar. A tenor de la difusión alcanzada por algunos de mis escritos, los correos y críticas recibidas, creo que en parte lo he conseguido mientras que, así mismo, me consta por la falta de debate cuando he tendido la mano para propiciarlo y los inevitables insultos (¡por favor, ya puestos, prefiero mil veces los insultos a los memes de factoría, al menos con los primeros me reconforto con las faltas de ortografía!), los hay que han preferido seguir sumidos en el humo reconfortante de los opiáceos que generosamente les suministra el Estado (como no podía ser de otra manera cuando te va en ello, el chófer gratis, las reverencias y el aforamiento). Otra, y no es baladí, de mis máximas inquietudes era encontrar los ingredientes adecuados para poder hornear semanalmente un producto que no resultase, ni repetitivo, ni tedioso, dado que la masa con la que debía elaborarlo estaba condicionada por condimentos estrictamente políticos. Lo que que entonces me parecía complicado en demasía y me obligaba a preguntarme con el paso de los domingos; “¿y sobre qué vas a escribir dentro de un par de meses para que le resulte interesante a los lectores sin perder (digamos, que aunque sean pocas, las escasas virtudes creativas que puedan encerrar estos escritos) frescura o calidad literaria?”. Al respecto, ¡pobre ingenuo de mí! qué poco podía llegar a sospechar siquiera que la barrecha de exaltados que nos gobiernan iban a ser tan prolíficos en el alumbramiento de titulares y con una constancia tan vertiginosa en desbordarme con ellos, en un fluir similar en su turbulencia al de las aguas torrenciales de las cataratas de Iguazú. Así es, teniendo a Drake y Barba Negra al timón del barco y de tripulación, a semejantes compinches con patente de corso, bien podría pasar de escribir dichos artículos semanalmente a elaborarlos cada cinco minutos si poseyese el tiempo, la capacidad y calidad necesaria para describir sus desmanes. De manera que, si uno se relaja un poco y deja que transcurran cuatro días de confinamiento, las noticias se acumulan con tanto estruendo, amontonándose sobre sí mismas con el mismo efecto acordeón que se produce al chocar dos locomotoras de frente. Y es que no hay día que no generen cierta cantidad de morralla apta para ser desguazada con unas líneas, así, atónito, uno se encuentra con que los del romance perenne con Vallecas y la lucha de clases se han agenciado una niñera a cargo del Estado que solo nos cuesta unos 50.000 eurillos anuales (¡Diantres! ¿pero qué clase de poderes ocultos maneja la nanny esa, es que han contratado a Mary Poppins?), niñera sobre la que la Fiscalía ha pedido que se abra una investigación por lo de ser contratada con dinero público, que los sindicatos del lupanar y la coca van a recibir un aguinaldo de nada menos que 14 millones de euros, un 56% más en el 2021 (¿acaso ya no les llega para el marisco importado porque han esquilmado sus caladeros naturales?), que pese a que sufrimos un confinamiento incomprensible y ruinoso, se les permite saltarse todas las normas que los demás sí cumplimos a los colectivos antisistema, separatistas y feministas (¿será esa la prueba irrefutable de que la inmunidad del rebaño es cierta?), que se aumenta el gasto institucional en publicidad en un 86% hasta los 123 millones de euros (¿Y no nos saldría más barato reinstaurar directamente el NODO aunque no fuese en blanco y negro?), que se transfiere prisiones a los lobos del PNV para que cuiden de las hienas encarceladas de ETA-Bildu (¿Se sabe ya si tienen programada la construcción de campos de prisioneros para encerrar a las víctimas?), que se aumentan las cuotas a los autónomos entre 3 y 12 euros mensuales (Y anda que tener un trabajo pudiendo dedicarte a la política... ¡te vas a enterar por chulo!), que se retiran, en pos de la reconciliación nacional, varias cruces más (¡Feliz Ramadán, amigos!), que la Ley Transgénero es tan disparatada que produce discrepacias insalvables entre los socios de gobierno y los colectivos implicados (Ser o no ser, esa es la cuestión… el problema es que hay que elegir entre 38 géneros reconocidos), que han sido imputados diez exaltos cargos del PSOE en Andalucía, 2 por el caso Isofotón y otros 8 más acusados de prevaricación por el caso Aznalcóllar (Pues, no, no nos hemos enterado porque estábamos con ese asunto tan feo dºel Master de Cristina Cifuentes), que tras la genialidad del Gobierno de subir el impuesto de matriculación, las ventas de automóviles han caído un 38% en febrero (¡Mejor, así no contaminan!), que el paro rebasa los cuatro millones de personas y los apuntados a los ERTEs sobrepasan los 900.000 (esto es irrelevante dado que ahora ya conocemos que las hijas de Emérito se han vacunado en los Emiratos Árabes), que Podemos ha llegado a la conclusión de que el castellano es una lengua impuesta en varias Autonomías (¡Ya está de nuevo el Caudillo haciendo de las suyas!), que el Gobierno rescata con 53 millones de euros la compañía aérea Plus Ultra, una compañía irrelevante en el sector aéreo español, eso sí, con 47% de capital venezolano proveniente de la órbita del régimen de Maduro… Y, “¡Éramos pocos y parió la abuela!”, me hallaba concluyendo la lista interminable de ecos mundanos sobre las prioridades de la izquierda cuando Ciudadanos irrumpe en la verbena del esperpento con su harakiri político final clavándose en el vientre una moción de censura indescifrable. ¿Y quién precisa de las musas para escribir teniendo a mano estos mostrencos?
¿Y quién necesita musas?
Juan Ricart Gómez | Ibiza |