De récord en récord o en modo Buzz Lightyear: hasta el infinito y más allá. El precio de la luz pulverizó ayer una nueva plusmarca en nuestro país. Un jueves on fire en el que pagamos el megavatio hora a 122,76 euros: cinco eurazos más que en el anterior máximo marcado hace unas semanas. Un 200 % más que hace 365 días. Pero tranquilos, el Gobierno está manos a la obra y ahí entra el «hasta el infinito y más allá». Agosto se va esfumando, los días se acortan y vuelven los clásicos titulares de la vuelta al curso político. Por delante tenemos otros doce meses de intensa carrera de incapacidades y cruce de dislates entre Gobierno y oposición. Cada asunto peliagudo lleva su dosis de oportunismo y osadía para una frase presuntamente ingeniosa y una fotografía, ya sea a cuenta de Afganistán, un incendio en Ávila o la podredumbre del Mar Menor . «La clase política que padecemos hoy es ágrafa, incapaz de improvisar una cita literaria y utiliza un vocabulario paupérrimo», resumía certeramente hace unos días Álex Grijelmo.
Uno viene de unos días de desconexión por la Barcelona post Messi, la Costa Brava, la Marina Baixa... y la rentrée se hace más llevadera porque siempre se puede apagar la luz, tomar aire, soñar y vivir. Porque la vida es eso que pasa mientras te haces un es Gerret en muy buena compañía, unas cañas o gintonics con los ‘canallas' de toda la vida o un simple almuerzo en el office con la grupeta de la palmera de chocolate. Porque la vida son instantes y cada uno le pone su gama de colores. También se le puede poner un surrealismo que supera al mismísimo Dalí. Ahí está el bebé del ‘Nervemind' de Nirvana demandando a la banda (30 años después) por pornografía infantil. Pues eso, apaguemos la luz y disfrutemos del dolce far niente.