Durante muchos años, con gobiernos de uno y de otro color político, la política de vivienda social ha sido un fracaso. Ahora se plantea una solución que no pasa de ser un mal eslogan populista que, lamentablemente, tampoco solucionará el problema. Castigar a los propietarios de pisos vacíos con un IBI más caro no va a suponer que salgan al mercado pisos asequibles para rentas bajas y solo es una propuesta para ganar tiempo y apuntar a la propiedad privada del problema de la vivienda.
En primer lugar porque es previsible que estos propietarios tengan los recursos suficientes para pagar un IBI más caro y, además, no les compensa alquilar sus viviendas. Prefieren tenerlas cerradas a cal y canto porque alquilar es un riesgo y se puede llegar a perder dinero con un alquiler. No se pueden imaginar los políticos populistas lo que se puede encontrar un propietario en una vivienda de alquiler cuando devuelven el inmueble cinco o seis años después. Muchas veces las reparaciones no cubren lo que se ha cobrado de renta, y es habitual que haya impagos. Pasar la pelota caliente del problema de la vivienda a la propiedad privada es, además de irresponsable, una solución que no arreglará nada.
Ya les aviso. Es frustrante que en tantos años no se hayan encontrado soluciones prácticas para encontrar pisos a precios asequibles, sobre todo para los jóvenes, que no tienen otra opción que compartir una vivienda con amigos. Recordemos también que todas las campañas que se han hecho en estos años contra los pisos turísticos tampoco han supuesto que afloren las viviendas de alquiler de larga estancia. No se crean tampoco demasiado estas propuestas de Barcelona o Berlín para controlar los precios de alquiler.
Están fracasando estrepitosamentente, algo que nadie les dirá. Lo de expropiar pisos ya nadie se acuerda, pero tampoco hace tanto tiempo. De aquel ridículo del Govern pasamos a esta propuesta inútil, que mucho me temo que no es ni constitucional. Pronto lo sabremos.