Les voy a traducir al castellano antiguo un anuncio publicado con toda la cara dura que se puede tener en una red social y que reza así: «Cerca de Sant Miguel, en medio del bosque, se alquila una yurta 7x7 metros con estufas, camas y luz».
Es decir, en pleno suelo rústico protegido he montado sin ningún tipo de pudor ni de licencia una tienda de campaña, que llamo yurta para parecer más interesante y que la gente se crea que soy un nómada turco, donde usted puede llevarse un buen susto porque soy un inconsciente que no he dudado en llenarlo de telas y cojines, al tiempo que le he puesto unas estufas para que no se muera de frío obviando el evidente peligro que ello supone.
El anuncio, que no tiene desperdicio, continúa diciendo: «Para persona no vacunada, con coche y acostumbrado a vivir con simplicidad en la naturaleza». Traducción: solo acepto a antivacunas que sean antisistema, pero no tanto como para ir en carro porque necesita un coche para poder acceder. Eso sí, una vez que baje del vehículo olvídese de todas las comodidades, que esto es una tienda de campaña, oiga.
Pero es que ahora viene lo mejor: el precio. 500 euros al mes entre alquiler y gastos por dormir en «la simplicidad de la naturaleza», en un lugar protegido, con alto riesgo de salir ardiendo en plena noche. Vamos, una ganga. Pero es que la desvergüenza del individuo no acaba en la yurta.
También ofrece para, de nuevo, «no vacunados» un auto caravana. El precio en esta ocasión es de 250 euros al mes más 50 euros de gastos, pero eso sí, hasta finales de mayo, que en temporada ese precio es regalado. Y yo solo puedo sentir rabia ante semejante tomadura de pelo. Y me pregunto, ¿alguien piensa hacer algo? Porque nosotros podemos seguir publicando todos los días casos similares, pero ¿de verdad no se puede parar esto?