Hace tiempo trabajé en una televisión local de Ávila. Presentaba un programa de deportes, El Remate, y hacía colaboraciones para otros muchos programas. Incluso, algún día presenté los informativos. Sin embargo, lo mejor de aquella época fue la experiencia humana que me llevé. Conocí personas increíbles que me hicieron sentirme como en casa y como si fuera de allí de toda la vida. De hecho, aún conservo amigos de aquella etapa a los que sigo en las redes sociales y que, en muchos casos, admiro profundamente.
Uno se llama Fernando, de apellidos Martín Martín, y apodado en aquellos tiempos El Rizos. Increíble cámara, irónico monologuista y mejor compañero en los buenos y malos momentos, con el tiempo ha sentado la cabeza y se ha convertido en un increíble padre de familia. Gracias, Laura, por recuperarlo para la causa. Le sigo en Facebook desde hace tiempo y allí he descubierto que tiene una de las mentes más claras que conozco. Sus opiniones y razonamientos me dejan con la boca abierta día sí y día también. Están muy bien elaborados, documentados y son una perfecta radiografía de nuestro día a día en Ávila, Castilla y León y España. Un joven formado, con estudios, elegancia, sentido del humor y sobre todo raciocinio que, desgraciadamente, también me demuestra que el nivel del resto es muy bajo.
Realmente, leyendo a Fernando se me abren las carnes al compararlo con todo lo tenemos a nuestro alrededor en cargos importantes. Esos que tienen que tomar decisiones por nosotros y que, con la que está cayendo, son capaces de abrir una comisión de investigación en el Congreso sobre la elección de una canción. Esos que en lugar de mirar por el ciudadano se pelean por egos en su propio partido. Esos que se hacen fotos al teléfono mientras supuestamente llaman al amigo o el enemigo… Esos que nos mienten sin pudor según cómo sople el viento y que prometen algo de lo que rápidamente se olvidan. Esos que luego acceden a cargos a través de puertas giratorias. Sí, esos cientos de ejemplos que nos vienen a todos a la cabeza porque enfangan la política provocando que ya nadie les quiera ni en pintura. En fin, que ojalá hubiera muchos más como El Rizos en esta vida. O simplemente más sentido común. Por cierto, aún están a tiempo. Si quieren, se llama Fernando Martín Martín.