Este fin de semana se está celebrando en distintos lugares del municipio de Santa Eulària el primer festival del humor de la localidad. Lo organiza el cómico, actor y director de teatro José Boto y lo apoya el consistorio en una apuesta valiente cuando parece que las risas son más necesarias que nunca. No le falta razón al madrileño cuando dijo hace unos días en una entrevista en Periódico de Ibiza y Formentera que «los médicos y enfermeros curan el cuerpo y los artistas el alma» pero también es cierto que el humor no pasa por un buen momento.
Día sí y día también los que se dedican a esto tienen que acabar dando explicaciones en las redes sociales ante tanto ofendido que les critica y les insulta amparados en el anonimato de un nick o de un nombre falso. La línea es excesivamente delgada y al paso que vamos habrá un momento en el que ya no se podrá hacer un chiste sobre absolutamente nada. Atrás quedan los tiempos geniales de Gila con su número sobre las fiestas del pueblo o sobre los bomberos, Martes y Trece y sus geniales imitaciones o entrevistas a la Paca de España, Faemino y Cansado diciendo aquello de aquí euskera no hablamos o todos los que pasaron por el programa Un dos tres sacándonos una sonrisa cada noche de viernes. Incluso, no se si podría ser posible el genial Club de la Comedia puesto que muchos monólogos tendrían que estar medidos hasta el mínimo detalle pensando en a quien se puede ofender. Y por supuesto nada de La vida de Brian de los Monty Python, irreverente y genial a partes iguales y, bajo mi humilde opinión, una de las grandes joyas de la historia del cine con críticas sobre todo y para todos.
Pero creo, sinceramente, que como dijo el cómico Santi Rodríguez en otra entrevista a este periódico, la clave es saber reírnos de nosotros mismos. No hay nada de malo y si aprendemos a hacerlo creo que seremos algo más felices. Todos tenemos defectos y el que no lo asuma siempre estará lamentándose. Yo mismo, por ejemplo, tengo una nariz grande, soy gordito cuando no me cuido lo suficiente, soy un poco vago, de esas personas impulsivas que coge algo con muchas ganas y luego lo deja abandonado y tengo menos agilidad que un roble. Tanto que haciendo yoga o pilates soy como una foca de esas que salen en los documentales. Y eso por no contarles mis experiencias con el crossfit o el gimnasio. Pero… ¿Y qué? No pasa nada por asumirlo y hacer bromas con ello. No creo que se puedan ofender los profesores de gimnasio, los nacidos en Napia city (cortesía de La Vida de Brian) o los cocineros, healthys, coachs o nutricionistas extremos porque por ejemplo vaya por ahí diciendo que me encanta comerme una buena hamburguesa grasienta de vez en cuando y que amo disfrutar de cierta «mala vida» tomando cañas o un buen pacharán con los amigos.
Chincha rabia como decíamos cuando eramos pequeños. O rebota rebota que tu c… explota… porque al final saldrán perdiendo. Serán menos felices que el resto porque ir por la vida siempre midiendo cada detalle de lo que sucede a nuestro alrededor no puede ser sano. La vida es eso que pasa por delante de nosotros para que luego, cuando por fin sabes como funciona el juego, te retiren las monedas de forma muy ruín. La vida es dura sí, pero como me dijo una vez un monje budista, son dientes de sierra y la idea es intentar estar siempre en la parte de arriba para cuando las cosas vayan un poco peor la bajada sea menos pronunciada. Porque si estamos siempre pesimistas, con la cara hasta los pies y en la parte de abajo, subir cuesta arriba será como subir un puerto de montaña… y yo, sinceramente, nunca fui muy buen ciclista porque entre otras cosas aprendí a dar pedales ya siendo madurito.
Así que por favor menos ofendidos y más humor. Las risas ayer, hoy y siempre son necesarias. Animan el espíritu y nos hacen más felices.