¿Baleares quiere ser o solo parecer sostenible? La sostenibilidad posee una doble vertiente: por una parte, la técnica, y, por otra, igual de importante o más aún si cabe, la de la gestión de la imagen, en este caso, de un territorio y de un sector tan importante para la generación de riqueza económica, social y medioambiental como es el turismo de Baleares. La Ley turística de Armengol pone sobre la mesa de repente y sin esperarlo cuál es el grado técnico de desarrollo y de posicionamiento sostenible, presente y futuro, de Mallorca, Ibiza, Menorca y Formentera. La respuesta a la pregunta conlleva un cambio de paradigma y, sobre todo, de replanteamiento para las empresas de sus estrategias responsables.
La sostenibilidad no es tan solo cambiar las calderas, instalar placas fotovoltaicas o facilitar el trabajo a las camareras (o camareros). Sin duda, la nueva norma es un gran paso pero no se puede dar sin que las empresas se transformen de la misma manera que han hecho con la digitalización. La responsabilidad social de las empresas de Baleares -desde pequeñas a medianas y grandes- empieza por integrar en su estrategia un nuevo modelo de gestión que permita saber qué impacto tiene cada una de ellas en el desarrollo sostenible. Aplicar la normativa del govern de Illes Balears a discreción y sin control no redundará positivamente en el posicionamiento sostenible de las islas.
Los nuevos clientes a nivel mundial buscan empresas que minimicen los riesgos ambientales y sociales e incrementen las ganancias directas e indirectas en su entorno más próximo. La lealtad y satisfacción actual de los nuevos consumidores está sujeta a estos parámetros, a estos nuevos valores, intrínsecos e irrefutables ya para muchos de los turistas que visitan Baleares. Asumir una correcta gestión de la sostenibilidad puede tener un poderoso efecto beneficioso, pero una mala administración de la nueva Ley puede tener el efecto contrario.
Cumplir la norma es tan solo hacer las cosas bien. Digamos que no tiene mérito alguno. De hecho, numerosas empresas de Illes Balears llevan años haciendo las cosas bien. Y esto no basta. La responsabilidad social de las empresas de Baleares tiene que ir más allá superando las normas y partir de una estrategia sostenible que digiera la nueva regulación turística, sea capaz de ir más allá y anticiparse a futuras leyes y, por encima de todo, comunicar para obtener un posicionamiento sostenible óptimo. De nada sirve si se cambian las calderas de fuel oil por las de gas y eléctricas si luego no se comunica convenientemente a los grupos de interés más importantes, en este caso, los visitantes.
Ser responsable significa reducir el riesgo mediante la gestión y la buena comunicación veraz de la sostenibilidad de modo que ambas palancas puedan ayudar a señalar la calidad y la óptima gestión en Baleares y proporcionar así nuevas fuentes de ingresos, nuevos mercados y, también, menores costes. Insisto, aquí el tamaño no importa. Afecta a empresas pequeñas. medianas y grandes. Cada una en su medida debe adoptar las medidas sostenibles que sea capaz de gestionar, medir y reportar en una memoria de sostenibilidad, un documento cada día más imprescindible como herramienta de comunicación.
Hay una cuestión muy importante: la sostenibilidad efectiva debe ser voluntaria y diferenciadora.
Es el nuevo medidor de la calidad. Cuanto más sostenible seas, más calidad tienes. El filtro responsable ya es el atractivo más importante para cualquier establecimiento turístico que se precie.
El ejemplo de productos de kilómetro cero es muy válido para probar que hasta la gastronomía es clave en este nuevo estadio sostenible. Cada uno debe optar por su propuesta responsable y diferente en el mercado. Por esta razón, no creo que las medidas de circularidad que señala la nueva norma deban ser un criterio para establecer una catalogación hotelera. Creo que es un gran error.
Los hoteles deberán cumplir la Ley pero deberán ser ellos -y no la administración- quienes establezcan sus mínimos y sus máximos respecto a la sostenibilidad. Solo así sus futuros clientes podrán apreciar su grado de desarrollo sostenible. Si los igualamos en exigencias, todos tendrán la misma oferta a medio plazo y seremos insostenibles.
Sostenibilidad significa perdurar en el tiempo sin comprometer recursos para las generaciones futuras. Baleares merece seguir siendo uno de los destinos turísticos más importantes del planeta con un posicionamiento sostenible claro, definido y reconocible por unos visitantes cada día más exigentes e informados.