El domingo habla Andalucía. Hasta que las urnas no se abran y no se haya contado hasta el último voto, mejor no realizar demasiadas especulaciones pese a que todas las encuestas nos dicen las grandes líneas de los resultados.
Tan grandes que tres o cuatro escaños pueden resultar definitivos a la hora de desentrañar el debate que está encima de la mesa de todos los partidos políticos. Este debate no es otro que Vox y su eventual entrada en el Gobierno.
A la espera de los resultados y en el momento de escribir estas líneas, en el PP mantienen las espadas en alto. No quieren ni imaginar una coalición con Macarena Olona y desde las filas populares se hará lo imposible para que así sea. «Que más quiere el PSOE que ver a Vox en el Gobierno. Lo desean tanto como nosotros deseamos que no estén». Ambas reflexiones son ciertas
Este es el debate que desde algunos sectores se ha impuesto --con todo fundamento-- dejando en segundo o tercer plano lo que puede ser una derrota en toda regla del PSOE. Los socialistas argumentan que lo que ocurra en Andalucía en Andalucía se queda lo que no deja de ser un reconocimiento anticipado de lo que se intuye será un pésimo resultado. No hay duda que si esto ocurre el discurso oficial de Moncloa será infravalorar los efectos secundarios de la derrota, al tiempo que Adriana Lastra, en un ejercicio de claro desprecio a la democracia, es probable que, a tenor de sus propias palabras, esté en primera fila ante San Telmo para protestar por el eventual triunfo del PP. !!Qué actitud tan impropia de un partido que se califica de Estado!!. Si Lastra hace ese llamamiento no protesta por el triunfo de Moreno, protesta contra la voluntad de los ciudadanos.
Pero en este debate, en este antes y después que puede suponer la cita electoral andaluza, Lastra es irrelevante. Lo relevante estriba en dos cuestiones: por un lado, el eventual pacto PP-VOX --que no se va a producir-- y, por otro, la respuesta política no del PSOE, sino de Sánchez y su ensimismamiento consigo mismo y una izquierda a su izquierda carente de rumbo.
La campaña de Olona ha sido histriónica, con actitud soberbia y fuera, muy fuera, de la realidad, del sentido común. Es más que comprensible que Moreno huya de este pacto y por ello, si los resultados lo avalan, su estrategia será llevar al límite a un partido que se ridiculiza a sí mismo. Y no quiere repetición electoral pero no dudará en volver a las urnas porque «no habrá pacto con VOX», según se susurra en tierras andaluzas. Su altivez no le hace una socia fiable.
Las elecciones andaluzas van a ser un antes y un después para todos. También para Ciudadanos que, objetivamente, se merece mejores resultados de los que les auguran las encuestas. Marín ha sido un socio leal, que ha defendido con entusiasmo y convicción la tarea de un Gobierno que con todos los fallos que haya podido tener, hay que reconocer que ha funcionado cómo una seda. Si Ciudadanos lograra grupo parlamentario será una bocanada de aire para un partido que está en fase de estertores no por responsabilidad de Marín sino por las políticas llevadas a cabo en Madrid provocando la confusión de sus electores.
Estemos muy atentos a lo que ocurra. Que los andaluces hablen, cuantos más mejor, y si como parece, Juanma Moreno es el ganador que se faje para no admitir pactos que serían un lastre para él y para su partido. «No lo va admitir», sentencian desde el PP.