Desde la pandemia, la compra de viajes online ha crecido 23 puntos y en 2022 el 38 % de la población contrata sus viajes por internet, según un informe de Adevinta sobre la evolución y las tendencias en los hábitos de consumo. La población está dejando de ir a las agencias de viaje y opta por organizar, reservar y pagar su viaje por sí mismo, desde su casa y a través de cualquiera de las múltiples plataformas que existen a tal fin. Y la tendencia, que alcanza con fuerza incluso a los mayores de 65 años, irá a más.
Además, según las reservas registradas por Edreams, Mallorca, París e Ibiza son los destinos preferidos de los españoles para este año 2022. Lo que hace pensar que la presión turística sobre el territorio insular, limitado y muy vulnerable, no decaerá.
Cuando se nos habla, fundamentalmente desde los partidos de izquierdas, de un cambio de modelo turístico, limitando la estacionalidad, con mayor capacidad adquisitiva, alejado del sol y playa, amante de la gastronomía, sensible a la ecología y a los problemas medioambientales, etc. se olvida que la «democratización» que ha traído la comercialización digital del producto turístico, impide saber qué tipo de ciudadano va a venir a Balears a hacer turismo.
Hace unos años los turoperadores y las agencias de viaje hacían de filtro natural y canalizaban a los turistas hacia un destino u otro, dependiendo del segmento al que perteneciesen. Pero eso cada vez sucede menos. Quienes nos visitan reservan su vuelo y su alojamiento con dos semanas o diez días de antelación y lo único que se puede saber de ellos es la tarjeta de crédito con la que han hecho su reserva. Nada más.
En conclusión: viene quien quiere a hacer lo que le apetezca. Y da absolutamente igual si las distintas administraciones promocionan un tipo de turismo u otro en las ferias internacionales. Al turista que compra su viaje desde su casa, con su familia y amigos, el turismo que quiera el Consell d'Eivissa, o el PP o el PSOE o Podemos, se la trae al pairo. Así de claro.,
Servicios Públicos
Mejor sería esforzarse en que los servicios públicos esenciales estén convenientemente dotados de personal y medios, a fin de hacer sostenible para los residentes y para el entorno, la avalancha de turistas que hace que podamos sufragar nuestro elevado tren de vida y nuestros envidiables de servicios públicos, que como la sanidad, son la envidia del mundo entero, a decir de algunos.
Esto, lamentablemente, no sucede en prácticamente ningún departamento de la Administración General del Estado ni del Govern autonómico.
El mes pasado, gracias a TVE, conocimos el caso de Daniel, un profesor de instituto al que contrataron dos semanas en Ibiza y ante la imposibilidad de encontrar un alojamiento digno a un precio razonable, tuvo que dormir en su coche. Se duchaba, según confesó él mismo, en las piscinas públicas. Aparte del escarnio para la imagen de Ibiza, ¿ustedes han visto que haya pasado algo? Absolutamente nada. Realmente en Ibiza y Formentera ya nadie se escandaliza por nada. Así de anestesiada está la sociedad Pitiusa.
Esta misma semana hemos conocido la denuncia hecha por dos asociaciones profesionales de la Guardia Civil, que alertan de que algunos de los agentes en prácticas recién salidos de las academias tendrán que dormir en sus vehículos ante la imposibilidad de costearse un alojamiento digno. Esta problemática también afecta a los funcionarios de refuerzo de la denominada Operación Verano que vendrán a partir de julio. Excepto la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera, nadie ha dicho ni mu. Como si a la sociedad pitiusa le importara un comino.
Por suerte, el presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Marí, afirma que desde su institución están «plenamente implicados» en la tarea de encontrar alojamiento a los policías y guardias civiles en «sa Coma, un hotel u otro alojamiento que podamos encontrar». Algo que es de agradecer, porque no se conoce ninguna reacción a la dramática situación que han denunciado las asociaciones profesionales de guardias civiles por parte de la Delegación del Gobierno ni de la Dirección Insular del Estado.
Confiemos que no tengan que recurrir a la única solución viable que han encontrado montones de trabajadores que se desplazan a Ibiza para hacer la temporada y no arruinarse pagando alquiler: traerse la casa a cuestas, como si fuesen colonos con sus pesadas caravanas de carromatos cubiertos de lona blanca, aventurándose traqueteando por las llanuras del río Platte, en Nebraska, camino de California y Oregón.
En esta metáfora, ¿sabe usted quiénes son los indios? Los ibicencos. ¿Y sabe usted cómo acabaron? Masacrados o encerrados en reservas.