El secuestro y el posterior y cruel asesinato de Miguel Ángel Blanco fue el secuestro número 78 de ETA. El de Ortega Lara, el 77. En este caso y gracias a una acción policial exitosa, el funcionario de prisiones, recobró la libertad después de 532 dias encerrado en un zulo. El secuestro 78 acabó con un joven concejal del PP con sus manos atadas a la espalda y dos tiros en la cabeza, después de tenerle maniatado durante cuarenta y ocho horas.
Ortega Lara fue un ejemplo de dignidad y fortaleza. A Miguel Ángel Blanco no le dieron oportunidad alguna. Abandonado y vigilado entre la frondosidad de un bosque no tuvo la ocasión ni para la esperanza. Ignoro si él llego a saber que estaba sentenciado. Los demás lo sabíamos. Sabíamos que ETA le asesinaría en cuarenta horas si no se producía el traslado de presos. ETA nunca tuvo piedad y aquellos que podían reclamársela siempre optaron por el silencio, cuando no por el aplauso y de manera permanente por la justificación .
Hay hitos en la vida personal y profesional que te dejan marcado de por vida y todos aquellos que estuvimos durante años y años en primera fila llevaremos siempre en nuestra mochila vital aquellos dos dias que solo cuando se han vivido de cerca, en guardia permanente, se puede entender lo que aquel asesinato ha significado para los compañeros de mi generación.