No cabe duda de que al teniente de alcalde de Vila, Aitor Morrás, le ha sentado muy mal que la regidora de Sant Josep, Guadalupe Nauda, anuncie su intención de presentarse a las primarias para encabezar la candidatura de Podemos en la capital de la isla. Tan mal le sentó que fue incapaz de disimular en el ‘Bona nit Pitiüses' de la TEF, algo que le hubiese convenido mucho, porque no se puede presumir de pertenecer a un partido diverso y plural, y en cuanto alguien da un paso para sustituirte, venir con exigencias del estilo «[Guadalupe] debe explicar si impugna nuestra labor». ¿Por qué? ¿Con qué derecho le pone deberes el concejal de Vila a la compañera que aspira a ocupar su cargo? ¡Pues sí que se le han subido los humos al ‘xotet de cordeta' del alcalde Rafa Ruiz!
De entrada, quien tiene que dar explicaciones sobre su dócil y lanar comportamiento en los casi tres años y medio de gestión en el equipo de gobierno de Vila es él, no Guadalupe. Después de todo, ella puede no estar en absoluto disconforme con lo que se ha hecho, -poco y mal, todo hay que decirlo-, pero considerar que lo hará mucho mejor, lo cual tampoco es tan difícil, porque nadie puede decir que Aitor Morrás sea ningún lince político, ni tan buen gestor como para haber cambiado la vida de los vileros, como no sea a peor.
Yo apostaría que lo que le ha escamado a Morrás es que una compañera de partido haya visto que haría más buen papel en el PSOE de Vila que en Podemos. De ahí su enfado indisimulado en la televisión. Quien fuera combativo diputado autonómico, portador de reivindicativas y divertidas camisetas de protesta, ha devenido en un gestor incompetente y humillado. De la vivienda, que es su materia, ya no dice ni mu.