En las familias hay temas de conversación que generan preocupación, incertidumbre o nerviosismo, el número 1 es hablar de sexo con los hijos e hijas, pero antes de esta charla parental, y especialmente en estas fechas, se activa otro asunto como es el de revelar la verdad sobre los Reyes Magos o Papá Noel. Aunque en muchas ocasiones los menores se enteran de la noticia por el grupo de iguales, por hermanos mayores o porque encuentran los regalos en un armario es importante tratarlo desde el ámbito familiar. Tampoco sería bueno que siguieran pensando que están permanentemente observados por unos seres que valoran sus comportamientos, dado que la intimidad es muy necesaria en el desarrollo.
Entre los 7 y los 11 años es la edad recomendada para aclarar este tema, siempre teniendo en cuenta la madurez del menor o si expresa dudas sobre este hecho. En el momento que pregunten es importante no alargar la fantasía dado que se estaría validando una mentira.
Algunos niños pueden sentirse engañados por sus progenitores y expresar su rechazo. Una forma positiva para abordar esta reacción del menor es explicar que es un secreto que va de padres a hijos, que no se sienta defraudado y que además tiene que continuar manteniendo la tradición del misterio con hermanos, primos y otros pequeños. De este modo, le ayudará a sentirse cómplice y que se confía en él, además de adquirir un rol ajustado a su edad.
No se acaba la magia, se transforma en ilusión. El pensamiento mágico se desarrolla entre los 2 y los 7 años donde puede ser habitual confundir la realidad y la ficción. A partir de estas edades es importante explicarles el origen de la tradición, cada familia desde sus convicciones religiosas, culturales o sociales. En este caso, la tradición de intercambiar regalos durante las fiestas de navidad es una forma de expresar afecto entre los más queridos, aunque no los traigan los Reyes Magos o Papá Noel, no cambia nada y se mantendrá el ritual con la misma ilusión y amor que se generaba antes.
Para mantener la ilusión es importante continuar con las tradiciones navideñas que se hacían con anterioridad al descubrimiento: decorar la casa, acudir a eventos navideños, hacer el Belén, etc. Por otra parte, es recomendable que continúen escribiendo la carta, su sentido no será la fantasía de que se conceda un regalo, irá enfocada a plasmar las ilusiones, los compromisos, los sueños, lo que esperamos para el año venidero, y así generar un momento de reflexión sobre el año vivido. Esto ayudará a los menores a planificar, marcarse metas, objetivos, a valorar sus comportamientos, etc. La mejor forma para motivar a que la escriban es que los progenitores también hagan la suya.
El entusiasmo por la navidad no está reñido con ninguna edad, pero es importante que los padres acompañen a sus hijos en la transición de la magia a la ilusión.