Conocí a Shakira hará cerca de 25 años. Seguramente fue una de las primeras entrevistas que le hicieron a su llegada a España. Era jovencísima con una larga melena negra y recién salida de Barranquilla (Colombia). Sinceramente su enorme timidez me hizo pensar que lo tenía difícil para triunfar en el complicado de la música.
Por fortuna me equivoqué y durante todos estos años he celebrado los éxitos de una artistaza de pies a cabeza, tanto en los escenarios como en los estudios. Shakira ha sabido conquistar a millones de seguidores en todo el mundo con sus heredadas piernas firmes, para correr si un día hace falta, como dice la canción. Sus canciones de éxito se cuentan por decenas y sus conciertos son espectáculos brillantes, que pueden incluso perdonar sus recientes devaneos con el reggaeton.
Pero se me está cayendo el mito, con este ridículo internacional de sus cancioncillas con las de atacar a su ex pareja, Gerard Piqué. Lo de la Monotonía ya me pareció una venganzilla por el despecho de sentirse sustituida por una chica más joven.Pero ahora resulta haber salido la loba con un escarnio mayúsculo en la nueva cancioncilla que está en boca de todo el mundo.La cosa podría resultar hasta divertida, de no ser porqué el ridiculizado es el padre de sus dos hijos en común, que están aprendiendo una mala lección de como gestionar el desamor.Meter en el mismo saco a la suegra, la deuda con hacienda, comparándose con un rolex y un ferrari es muy de culebrón, un género del que muy probablemente habrá bebido mucho Shakira.
Me gustaría pensar que pasado el disgusto, la artista colombiana vuelva a hacer buenas canciones como el Waka Waka o Ciega, sordomuda y si no es capaz de verlo, alguien de su entorno debería hacerle reflexionar sobre su futuro artístico.