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Domingo 5 T.O. (Mt 5,13-16)

" Jesús nos invita a vivir sus enseñanzas." | Pixabay

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El domingo pasado, el Evangelio nos habló de las Bienaventuranzas. Jesús nos invita a vivir sus enseñanzas. La vida cristiana no es tarea fácil, pero vale la pena por la plenitud de vida que promete Jesús, el Hijo de Dios. Cada cristiano ha de luchar para su santificación personal. El Señor nos exhorta con las figuras expresivas de la luz y de la sal. Así como la sal preserva de la corrupción a los alimentos y les da sabor, la luz de Cristo ilumina el camino que nos lleva a Dios Padre. Las buenas obras son fruto de la caridad, que consiste en amar a los demás como nos ama el Señor: una de las manifestaciones más claras de la caridad es la actividad apostólica.

El Concilio Vaticano II ha puesto de relieve la obligación del apostolado, derecho y deber que nacen del Bautismo y de la Confirmación. Todas las buenas obras hechas por Amor a Dios, con espíritu sobrenatural, tienen la eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios.

La Iglesia debe hacerse presente en esos grupos humanos que aún no conocen a Jesucristo. Sabemos que nada se aprecia si no se conoce. Con la ayuda de la gracia se pueden llevar muchas almas a Cristo. ¿Cómo podemos y debemos colaborar? Con la oración, con el buen ejemplo, con una vida cristiana y santa. Los cristianos debemos glorificar a Dios. Pero no es suficiente la unión personal con Cristo. Es necesario, con el auxilio de la gracia de Dios.

Es necesario practicar el apostolado de cara a Dios. Al ver a nuestro hermano, especialmente al que vive apartado de la Iglesia, porque nadie les ha hablado de la belleza de la fe de Jesucristo o porque tampoco les interesa la Religión, no debemos perder la esperanza de que algún día brillará en su vida la luz esplendente de la fe. Dios siempre nos espera, como el Padre del hijo pródigo. Pero que nadie pueda pensar con las palabras de Gandhi, me convence, no así muchos cristianos. Los cristianos responsables deben –debemos– expresar nuestra fe con la caridad, amando a los demás como Jesús nos ha amado y sigue amándonos a todos.

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