Jesús, nuestro Salvador, fue tentado por el diablo porque Él lo quiso, y lo quiso por amor a nosotros. Las tentaciones de Jesús en el desierto, rechazando las tentaciones repara las caídas de los hombres. El Señor que hemos contemplado rechazando las tentaciones diabólicas nos enseña que nosotros también seremos probados por la tentación y para ello nos dice que debemos pedir la gracia de superar la tentación. Jesús en el Padrenuestro nos dice que nos libre de caer en la tentación.
Ser tentados no significa que hemos pecado. Solo es pecado cuando se consiente en la tentación. De lo contrario, Jesús no hubiere consentido ser tentado. La Iglesia nos proporciona los medios para vencer en la tentación. Estos medios son la oración, la limosna y el ayuno.
La cuaresma es tiempo de gracia y perdón. Durante cuarenta días la Iglesia nos invita a prepararnos para la Pascua. Nos exhorta a la conversión y a que vivamos los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Se nos llama a volver a andar lo que hemos desandado con nuestros pecados, practicando la penitencia. Son unas días en los que debemos practicar con más intensidad la oración, la limosna y el ayuno. En la Cuaresma celebramos de manera especial el sacramento de la reconciliación con Dios y con la Iglesia.