Los diferentes sondeos preelectorales publicados hasta la fecha con relación a la futura composición del Parlament de les Illes Balears tras los comicios de mayo atestiguan algo que se palpa en la calle. Hay ganas de cambio, pero las espadas están todavía en alto porque las diferencias son exiguas y dependen de muchos detalles.
Por una parte, el Partido Popular parece estar consolidando una cifra alrededor de 24 diputados, mientras Vox crecería hasta los 6. La primera incógnita que hay que despejar es la de hasta qué punto ambas fuerzas son vasos comunicantes para el elector de la derecha, y si la lista diseñada por Marga Prohens consigue pescar en el caladero más conservador, ahora que, tras la debacle de Ciudadanos, únicamente el Pi puede disputarle el apoyo de votantes centristas, y de forma limitada. Huelga decir que cualquier voto a los naranjas es a día de hoy un voto perdido para la gobernabilidad de Balears.
El bloque izquierdista ronda los 28 escaños, que pudieran ser incluso menos, y en este caso sí podemos hablar de vasos comunicantes, aunque en conjunto experimenten un claro retroceso.
En este panorama, el resultado que obtengan las huestes de Pep Melià puede ser decisivo. Es necesario aclarar que la cocina demoscópica provoca errores que, en el caso del Pi, pudieran ser fatales. Estar ligeramente por debajo o por encima del 5 por ciento supone, o bien no obtener representación, o lograr un mínimo de dos escaños. Las encuestas –las serias, no las del CIS– se confeccionan complementando la intención de voto directamente manifestada por los electores –que, en el caso del Pi, está claramente por debajo del porcentaje mínimo– sobre la base de los anteriormente obtenidos por esa misma formación en pasadas elecciones.
Pero los sondeos ignoran datos como los efectos de la desbandada de todo un sector del Pi que en 2019 contribuyó a sus buenos resultados, la pérdida de apoyos en los municipios más poblados, o la extrema fragilidad de su candidatura en Palma, donde salvo milagro logrará peor saldo que hace cuatro años.
De obtener representación, el Pi podría ser muy relevante incluso aunque no determine el color del gobierno. Me explico. Es obvio que, si depende de Melià que gobierne Armengol o Prohens, habrá sin duda tercer pacte de progrés, pues los indicios son demasiado evidentes, aunque se disimulen. Quizás a cambio de la presidencia del Consell, como en épocas de UM, aunque tendrán que dar muchas explicaciones a sus votantes si el acuerdo supone cohabitar con Unidas Podemos. Pero pudiera suceder también que el desgaste de la izquierda fuera mayor y que ni siquiera sumando al Pi Armengol consiguiera formar Govern. En ese caso, si el PP tiene la opción de elegir socio –aunque fuera conformando una minoría mayoritaria– barrunto que desde Génova preferirán un pacto PP-Pi, pues es mucho más cómodo para la carta de intenciones centrista de Alberto Núñez Feijóo de cara a las generales.
Eso supondría dejar en la oposición a Vox y a la izquierda, lo que a mi juicio valdría la pena experimentar.
Pero tampoco esto último será sencillo, porque en Palma el pacto PP-Vox quizás sea la única opción viable y es posible que para lograr acuerdos haya que hacer equilibrios a tres bandas Parlament-Consell- Ajuntament.