No resulta difícil adivinar que el baile al que me estoy refiriendo en el título, es el de los pactos en aquellas CCAA en las que está pendiente la investidura de Presidenta/e y la formación del correspondiente gobierno autonómico. Uno de esos territorios en los que estaba teniendo lugar esa negociación es en nuestras islas y, volviendo al símil del baile, seguro que todos tenían claro la pareja de danzantes o negociantes.
Que con los resultados de las elecciones en la mano, pocas dudas se podían tener que tanto PP, como Vox acabarían sentándose a negociar, estaba muy claro. Que las declaraciones realizadas por los dirigentes de ambos partidos, no pasaban de ser meras cortinas de humo, igual de claro.
En ese paripé de los primeros días después de la jornada electoral, intentaron ambos hacer ver que sería su partido el que decidiera, pasando por encima del otro si hacía falta. Desde el PP se afirmaba que su única intención era gobernar en solitario y que para poder hacerlo no se necesitaba ningún Conseller de Vox. Por su parte desde Vox se repetía una y otra vez, que su modelo ideal era el que se había acabado aplicando en Castilla y León, es decir, formar parte del Gobierno.
Pues bien, poco se ha tardado en empezar a conocer que la realidad está muy alejada del teatrillo de esos primeros días. La negociación del PP con la extrema derecha de los diferentes territorios, ha acabado siendo una realidad y, desde mi modesto punto de vista el mayor error cometido hasta ahora por la derecha en nuestro país.
Los primeros resultados de esta fatídica negociación, han coincidido en las diferentes CCAA en las que la misma se ha abierto. En Aragón, en Valencia y en las Illes Balears, se ha nombrado como Presidenta/e de sus respectivos Parlamentos a un personaje racista, homófobo, machista (incluso en el caso de que haya sido una mujer), negacionista del cambio climático y del covid-19, anti vacunas y franquista hasta la medula.
Pero vamos a ceñirnos al personaje que nos ha tocado en suerte a los sufridores de nuestras islas. Gabriel Le Senne, reúne todos y cada uno de los requisitos que se deben pedir para ser un buen militante de la ultraderecha; además de todos los que acabo de enumerar en el párrafo anterior, por supuesto también es católico militante, contrario al matrimonio igualitario, es decir a todo el que no sea entre un hombre y una mujer y convencido anti autonomista.
Ese nombramiento ha sido la primera consecuencia de esa negociación a la que el PP quería restar importancia. Gracias a ello, resulta que ahora la segunda autoridad de nuestra Comunidad Autónoma es un impresentable ultraderechista, que añora los gloriosos tiempos de la dictadura franquista. Pero claro, el apoyo que la derecha necesita para gobernar en nuestras islas, tal como había anticipado Vox, no iba a ser gratuito y habría que pagar un precio.
Ese precio a resultado tan caro como extenso; nada menos que un documento de 110 puntos se ha acabado firmando, para garantizar como mínimo la abstención de la ultraderecha en el pleno de investidura de la próxima Presidenta de les Illes Balears. El documento en cuestión, recoge diversos conceptos del ideario de la ultraderecha, que el PP se compromete a cumplir. Entre todas esas aberraciones, podemos señalar la desaparición del concepto «violencia de género», la consecuente asunción del nuevo concepto de «violencia intrafamiliar» inventado por Vox, la imposición de trabas a la eutanasia, la derogación de la ley de memoria y reconocimiento democráticos de Les Illes Balears (con el consecuente desprecio a las víctimas de la dictadura franquista), la libre elección de lengua en todas las fases educativas (con el más que probable arrinconamiento de nuestra lengua propia y cooficial), la aceptación del pin parental para actividades extracurriculares, la petición de derogación de la Ley Trans o la aprobación de medidas sin especificar para combatir la inmigración.
El documento en cuestión sobre el acuerdo de la derecha con la extrema derecha, no es más que un documento marco de enorme preocupación. Nada que asuma teorías de ultraderecha y se firme con la intención de aplicarlas, puede aportar nada bueno a nuestra sociedad. Fomentar el odio y pretender hacer valer ideas antidemocráticas, nunca puede ser positivo.
El PP quiere dar la sensación de que tendrá autonomía de gestión ya que va a gobernar en solitario, ahora bien ¿alguien cree realmente que podrá gobernar en solitario, cuando la base de ese gobierno son los 110 puntos acordados con Vox? Lo cierto es que digan lo que digan, ese supuesto gobierno en solitario tiene los pies de barro y eso ofrece muy pocas garantías de solidez. Van a ser cuatro años muy largos y veremos el papel que jugará esa «comisión de seguimiento» sobre el acuerdo firmado.
Por cierto y por si alguien tenía alguna duda, el diputado por Formentera de Sa Unió, forma parte de pleno derecho del acuerdo firmado con Vox.