Lo confieso. Estoy enganchada al crimen más mediático de los últimos años. Y soy muy fan del segundo de la Policía tailandesa, Big Joke. Me fascina cómo trolea a los periodistas sin ningún problema y con una cándida sonrisa. Este hombre debe pensar que los españoles somos muy anormales. Y con razón. Basta ver cómo un representante de nuestra embajada en Tailandia habla ante los medios para explicar si el sádico asesino confeso que es Daniel Sancho está más o menos tranquilo o cómo el mismo individuo ejerce de portavoz oficioso de la familia. No hay por dónde cogerlo.
Como tampoco hay por dónde coger el papelón que están haciendo buena parte de los medios de comunicación de este país, dedicando horas y horas a la búsqueda de argumentos que nos hagan creer que asesinar, descuartizar y hacer desaparecer a tu pareja/amigo/whatever es de lo más lógico si la víctima te ha amenazado porque no acepta la ruptura de la relación.
Que el periodismo está viviendo una etapa negra es algo que pocos pueden negar. Sometidos a la tiranía del clickbait, los medios han olvidado hace tiempo su papel ante la sociedad. Somos correa de transmisión y, en el caso de los sucesos, portadores de la moraleja, por muy carca que eso suene. Hoy en día, se cubren los sucesos deprisa y corriendo, con titulares excesivos para que el lector entre en la noticia. El lead ya no importa porque lo que necesitamos es que usted permanezca X segundos en esa web concreta para poder facturar. Y si hace falta decir que Daniel Sancho tiene un cuerpazo, se dice. Aunque se haya hecho mediático por algo tan terrible como asesinar, descuartizar y hacer desaparecer a su pareja/amigo/whatever. Todo parece ya una big joke.