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Borrones y tachaduras

Cualquier tiempo pasado no fue mejor

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Debemos felicitar a la Televisió d'Eivissa i Formentera (TEF) por las magníficas entrevistas que cada domingo nos ofrece de la mano de Toni Ruiz en el programa Bona Nit Entrevistes. El domingo pasado vimos a Pepe Roselló, a sus 87 años, un testigo privilegiado de la vida social de Ibiza, que durante 27 años hizo disfrutar a millones de amantes de la música en las pistas de la icónica Space, en Platja d'en Bossa.

El testimonio de Pepe Roselló es interesantísimo desde todo punto de vista. Oír a alguien de su experiencia y éxito empresarial describir los inicios del turismo en la isla, es muy grato y permite, a quienes no lo hemos vivido, imaginar por un instante, con bastante realismo, lo que fue aquella época de desarrollo económico y social. Fue aquel inicio el que nos ha traído donde estamos, con la economía ibicenca tirando de la economía balear, que tira de la española. Una historia de éxito innegable.

También habló de la llegada de los jipis, de cómo era la isla que aquellos se encontraron, en especial Vila. La isla que era y la isla que es. «Ibiza tenía una economía muy precaria», dijo Roselló muy generosamente, tras describir cómo se exportaba ganado a la península desde el puerto de Vila y cómo aquellas bestias eran embarcadas.

Pepe Roselló es una enciclopedia andante y conserva una magnífica memoria, que tiene a bien compartir con los demás, otro ejemplo de gran generosidad que debemos agradecer, porque no todo el mundo lo puede hacer ni lo quiere hacer.

Sin embargo, el fundador de la discoteca Space allá por el año 1989, se muestra crítico con el actual turismo que visita la isla. Y aún más con los empresarios y con las autoridades. No acaba de comprender que la gente, muchos provenientes de todas partes del mundo, ha cambiado y que lo que a los jóvenes les gustaba hace 30 años, ahora no les despierta ningún interés.

Cuando Space ofrecía 22 horas de música ‘non stop', aquello era lo más de lo más, aunque quizás no lo fuera tanto para los vecinos, que entonces no parece que le importaran mucho, aunque ahora sí se muestra muy intranquilo por el estado en que salen los ‘clubbers' de las discotecas con piscina, que siempre será mucho mejor que salir de un ‘after' y sé de lo que hablo.

Mucha gente acaba cayendo en la melancolía y en pensar que todo tiempo pasado fue mejor, quizás porque a ellos les iba entonces mejor de lo que les va ahora. Pero, ¡caray!, tampoco se puede pedir que a uno le vaya genial toda la vida. A fin de cuentas, la vida es una montaña rusa, con subidas y bajadas, con éxitos y fracasos. Y el dinero, todos lo sabemos, viene y va.

Pero está feo tratar de mantener un discurso teórico que uno ha triturado a base de los hechos protagonizados. No tiene mucha coherencia predicar ahora lo que uno no ha hecho jamás a lo largo de su vida empresarial.

Y lo peor de todo, sobre todo si lo hace un ibicenco, es olvidarse de la libertad de la gente. Porque la gente es libre de ir donde le apetezca, a un beach club, a una piscina, a navegar, a ver la puesta de sol, o a pasarse, si así le viene en gana, 22 horas metidos en el Space, bailando como locos.

El ocio no es diurno o nocturno. Es como la gente demanda que sea. Y las empresas y las autoridades, deben procurar que esa demanda sea compatible con los derechos de los habitantes, lo cual no es fácil, como bien sabe Pepe Roselló.

Es estupendo poder gozar de su testimonio de primera mano, pero es absurdo que se pretenda hacer creer que entonces no había problemas y los hay ahora. Será porque Space Ibiza cerró hace años.

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