Como cada viernes estaba yo sentado frente al ordenador para escribirles una pequeña reflexión para Periódico de Ibiza y Formentera. Les iba a hablar sobre lo bien que han promocionado nuestros políticos las bondades de la isla en la feria internacional de FITUR y sobre lo bonito que es sentir muy dentro el lugar donde has vivido y estar enamorado hasta las trancas de tu tierra, y como eso se convierte en la mejor de las promociones de cara a la prensa o a todo aquel que pasa por el Stand de Ibiza en el pabellón número 9 de Ifema. E, incluso, de todo lo que he aprendido a mis cuarenta y tantos tacos en mi debut en una feria tan importante como esta gracias a la confianza que siempre pone en mí Onda Cero Ibiza y Formentera… Sin embargo, de buenas a primeras, todo ha cambiado y como en las mejores películas se produjo un giro de guion inesperado.
Y todo debido a los Grillz o dientes de oro y piedras preciosas que cada vez son más habituales entre los muchos de los personajes que siguen nuestros niños y adolescentes y a los que idolatran como si fueran los mejores ejemplos a seguir. Una moda que, según los medios especializados, comenzó con la cantante Rosalía y a la que han seguido futbolistas como Militao, Camavinga o Rodrygo y otros cantantes como Kanye West que se ha sometido a una prostodoncia fija para colocar encima de sus dientes una prótesis dental valorada en 850,000 euros e inspirada en el look del famoso personaje Tiburón de las películas de James Bond. E, incluso, alguien tan difícil de definir como Kim Kardashian se ve que ha dado un paso más «sorprendiendo» con una dentadura hecha exclusivamente para ella diseñada por Gabby Elan, y que cuenta con detalles de ópalo y valorada en más de 300.000 mil euros y dejando que su hija North West de tan solo 10 años luzca en sus incisivos varias gemas preciosas.
Alucinado y sorprendido, me he puesto a investigar y he descubierto que estos grillz son aparatos dentales que se colocan en los dientes y que están hechos de diferentes materiales como oro, plata o diamantes y aunque pueda parecer interesante, según muchas clínicas y médicos especializados es una moda muy peligrosa que puede tener graves consecuencias para la salud dental. Y es que la broma de los dientes de piedras preciosas puede provocar lesiones, irritaciones, desgastes en los dientes originales o infecciones y alergias provocados por el pegamento con el que se colocan. Y todo ello, sin olvidar que si no se limpian adecuadamente pueden acumular bacterias y otros gérmenes de todo tipo o que en caso de una emergencia médica de urgencia pueden interferir con el tratamiento adecuado o con la intubación durante una anestesia general.
Sin embargo, más allá de la parte sanitaria que seguramente pueden explicar mucho mejor los expertos en la materia, lo verdaderamente preocupante es hacia donde vamos como sociedad. Una de dos, o yo me hago mayor a pasos agigantados aunque me empeñe en no crecer y en no abandonar mi espíritu de Peter Pan, o simplemente todo esto va tan rápido que yo me estoy quedando en el arcén con la sensación de no entender absolutamente nada. Es cierto que todos hemos sido jóvenes, hemos cometido nuestras excentricidades, hemos desafiado a lo establecido y nos hemos creído el ombligo del mundo pero creo, o al menos eso intento recordar, que teníamos los pies en el suelo. Y vaya por delante que no soy ni seré el mejor ejemplo para otras generaciones pero les prometo que todo esto me supera tanto que veo cada vez más cercana la idea de acabar viviendo en una pequeña casa en un rincón perdido de alguna playa de un islote solitario sin nombre ni ley ni rutina.
Porque al mismo tiempo no entiendo que se le puede pasar por la cabeza a todos aquellos que ven esto del grillz como algo fantástico de lo que presumir en la siempre ficticia vida de las redes sociales. Cómo de vacía puede estar su vida para pensar en dedicar su tiempo y su fortuna a ello o cuanto tiempo libre tienen en su día a día para pensar en invertir 850.000 euros en decorar sus dientes en lugar de ayudar a quien más lo necesita. Cómo están pensando más en poner un diamante a sus hijos en lugar de llevarles a las zonas más depauperadas de sus ciudades para que echen una mano a otros de su edad que no tiene para comer o, simplemente, educarles en valores como la solidaridad, la justicia o el bien común más allá de que con 10 años se conviertan en «supuestos» referentes en las redes sociales a los que siguen millones de niños que los ven como un ejemplo a seguir y a imitar. Y ojo, que no nos podemos olvidar que los que quieren ponerse diamantes en los dientes son nuestro futuro y, nos guste o no, estamos en sus manos para lo que vendrá...