La semana pasada, inmersos en la vorágine de FITUR, el presidente del Consell de Formentera, Lorenzo Córdoba, y el conseller de turismo, Artal Mayans, escenificaron en declaraciones a este periódico una presunta calma, que les permitió trabajar en equipo, ya que según dijo el propio Mayans: lo cortés no quita lo valiente. Siguiendo con los refranes, está claro que Después de la tormenta siempre llega la calma y en esta situación esperamos sinceramente que la capacidad para superar la ridícula crisis de gobernabilidad no sea solo postureo y permita que el equipo de gobierno escogido en las urnas, se centre de una vez en trabajar por el bien de la isla y se deje ya de patéticos subidones de testosterona mal gestionados. Han pasado 7 meses desde que se constituyó el nuevo gobierno insular y sigue sin resolverse el tema de los quioscos de playa, sin constituirse el Consell d'entitats, la ITV dando citas para junio, las ayudas a los agricultores aprobadas en mayo no se han pagado, la estabilización de las plazas de los funcionarios en dique seco y más asuntos a la espera de alineación planetaria. Otro grano de pus, heredado de la pasada legislatura, sigue sin aclararse. La regulación de estany des peix es una incógnita, aunque ahora ya tenemos claro que las instalaciones son una chapuza monumental. Algo que ya sabíamos, pero ahora se constata en un informe que ha costado una pasta.
Sa Unió ha expulsado a su líder, que ahora queda libre para votar lo que considere en el Consell y en el Parlament, al tiempo que ingresará íntegramente los 2.700 euros de la asignación parlamentaria. Muy coherente todo, cuando el conflicto se generó por la presunta exigencia de Córdoba de un sobresueldo. Pues ahí lo tiene. Mayans dijo que Córdoba tiene la última palabra como presidente, pero la expulsión fue un acto de responsabilidad.
No hay quien lo entienda, pero ahora ya a trabajar.