El aeropuerto de Ibiza, la principal puerta de entrada de personas a la isla, se ha convertido en un reflejo distorsionado del verdadero espíritu de este destino mediterráneo. La omnipresencia de la publicidad de discotecas ha llevado al Consell d'Eivissa a solicitar la reducción de estos anuncios, argumentando que proyectan una imagen del turismo en Ibiza que va en contra del interés general. Sólo hay que pisar es Codolar para darse cuenta de que no solo no es razonable, sino que el gestor aeroportuario AENA pretende exprimir, como de costumbre, cada rincón de la terminal, para sacar el máximo rendimiento económico posible; y que debe hacerlo durante la temporada estival. En pocos meses debe ordeñar la vaca y secarle las ubres tanto como pueda, que luego viene el invierno y no hay apenas una triste cafetería abierta donde los indígenas puedan tomarse un café antes de tomar su vuelo.
No vamos a renegar, como hacen otros, de las discotecas de Ibiza. Si por algo es conocida esta tierra mundialmente, es por su vibrante vida nocturna, que atrae a millones de personas provenientes de los cinco continentes. Pero reducirla a un destino exclusivamente de fiesta es una simplificación injusta. La isla ofrece mucho más: playas de ensueño, una rica herencia cultural, y una naturaleza espectacular. Sin embargo, al aterrizar en el aeropuerto, los visitantes se enfrentan a una avalancha de publicidad que solo destaca su faceta de entretenimiento nocturno discotequero. Este enfoque unidimensional es engañoso y perjudicial.
A estas alturas de la relación, no vamos a pedirle a AENA que tenga respeto por las instituciones democráticas de la sociedad a la que debiera servir. Sería absurdo hacerlo, pues esta empresa estatal que gestiona los 46 aeropuertos en España, participada al 51 por ciento por el Gobierno de Pedro Sánchez, sólo tiene un objetivo: ganar dinero. Sólo en el primer trimestre de 2024, AENA se embuchacó 6,6 millones de euros en publicidad en toda la red aeroportuaria. Lo demás, incluidas las peticiones del Consell d'Eivissa, le importa entre poco y nada. Pero tampoco es mucho pedir que muestren un mínimo de decoro y buen gusto publicitario. Como acertadamente se señala desde el gobierno insular, el aeropuerto parece el vestíbulo de una discoteca. Este tipo de publicidad estática en un espacio público es agresiva e innecesaria, ya que la mayoría de los turistas que visitan Ibiza para disfrutar de sus discotecas ya llegan con sus entradas adquiridas. Entonces, ¿por qué insistir en una estrategia publicitaria tan invasiva y redundante, además de costosísima para los anunciantes?
La saturación propagandística no solo afecta la estética del aeropuerto, sino que también envía un mensaje erróneo sobre las prioridades y valores de la isla. Es por ello que los empresarios de las discotecas de Ibiza deberían mostrar una mayor sensibilidad y responsabilidad. Ya atestaron durante años la carretera del aeropuerto con vallas publicitarias. Una vez suprimidas, ahora parecen haber convertido la terminal aeroportuaria en su particular campo de batalla, un panel publicitario excesivo y agresivo que no sólo aliena a los turistas que buscan otro tipo de experiencias, sino que también desmerece la riqueza cultural y natural de la isla. La publicidad puede y debe ser utilizada de manera más equilibrada y respetuosa, promoviendo una visión más completa y auténtica de Ibiza. Su responsabilidad es máxima, para evitar un deterioro de la imagen de Ibiza y, por tanto, para garantizar el presente y el futuro de nuestra tierra. Seguro que hay otros modos de publicitarse, más sostenibles, menos invasivos y que no impacten tan negativamente en los viajeros que llegan.
Reflexionar sobre el modelo turístico actual es una necesidad apremiante, no sólo en Ibiza, sino en muchos destinos que tienen problemas similares. Se suceden las protestas contra la masificación turística en todas las Balears, esta misma tarde en Palma, algo que debe llamar a la cautela a todos los agentes implicados. La promoción desmedida de un solo aspecto del destino tendrá consecuencias negativas a largo plazo. Las instituciones y empresas tienen la responsabilidad de trabajar juntas para garantizar un desarrollo turístico armónico, sostenible y respetuoso con el entorno y la cultura local.
La solicitud del Consell d'Eivissa, presidido por Vicent Marí (PP), de reducir la publicidad de discotecas en el aeropuerto de Ibiza es un paso en la dirección correcta. Se trata de un toque de atención y una llamada a respetar y valorar la diversidad del turismo en la isla, a promover una imagen más completa y auténtica, y a trabajar por un modelo turístico que beneficie a todos. AENA y los empresarios de discotecas tienen la oportunidad de liderar este cambio, mostrando que pueden ser tanto rentables como responsables. Ibiza merece ser conocida por todo lo que tiene para ofrecer, no solo por su vida nocturna. Y copar exageradamente la publicidad del aeropuerto no es positivo ni inteligente.