Hace dos meses visité un camping en Costa Brava que está situado junto al hotel Zel de Rafa Nadal en Tossa de Mar. Un fondo de inversión había realizado una gran inversión (más de 20 millones) para modernizar unas instalaciones con unos bungalows de madera que se adaptaban perfectamente al entorno. Los turistas que se alojaban en estas viviendas pagaban según los dormitorios disponibles, pero contaban con todas las comodidades necesarias para tener un alojamiento más que digno. Los precios por dormir en estas instalaciones podían superar incluso las tarifas del propio hotel. Pregunté a la persona que nos enseñaba las instalaciones por el precio de estas casetas de madera. Comentó que oscilaban entre 40.000 y 50.000 euros, pero que había más algunos más baratos. Todas contaban con aire acondicionado y con un mobiliario funcional y muy acogedor.
En aquel momento me acordé de las cientos, o quizás miles, de personas que ahora mismo hay en Ibiza que no encuentran un alojamiento digno a pesar de tener una nómina y poder pagar el alquiler de un piso si los precios fuesen razonables. Pensé, quizás ingenuamente, que los ayuntamientos de la isla se pudiesen poner de acuerdo para encontrar terrenos municipales con el objetivo de poder instalar bungalows como los de la Costa Brava para alojar a familias de forma provisional hasta poder solucionar el problema de la vivienda. No parece tan complicado traer estas pequeñas instalaciones y dotar los terrenos de los servicios mínimos (agua y electricidad) para que las personas tuviesen un lugar donde dormir, poder hacerse la comida, guardar sus enseres personales y tener una vida un poco normal a cambio del pago de un alquiler y del coste de los suministros. Estos espacios siempre serían más dignos que los asentamientos de la vergüenza que han aflorado en Ibiza desde hace tiempo para que algunos se hayan forrado a costa de las necesidades de familias enteras que no encuentran ni una simple habitación para poder dormir.
Ya sé que esta solución no es la ideal, pero nos encontramos ante un escenario de extrema urgencia que requieren de alternativas ingeniosas y, sobre todo, inmediatas. Cuando escucho a Vicent Marí decir que no se pueden permitir este tipo de asentamientos en Ibiza me imagino también que el presidente del Consell d'Eivissa es la única persona capaz de liderar algún tipo de solución inmediata para poner fin a la vergonzosa imagen que muestra Ibiza ante todo el mundo. La isla donde cualquier millonario se puede gastar 100.000 euros en una noche de juerga no es capaz de buscar un alojamiento digno para los trabajadores que llegan desde otros puntos de España para aportar su esfuerzo en beneficio de la actividad económica de la isla.
Sorprende también que aquellos partidos políticos que siempre se muestran tan preocupados por las personas (de sus propios militantes, claro) no propongan ni una sola iniciativa para poner fin a esta vergüenza que se agrava año tras año sin que nadie haya sido capaz de encontrar una solución. Cerrar apartamentos turísticos ilegales es una buena medida, sin duda, pero no arregla nada, al menos de momento.
Si todo el mundo coincide en que la vivienda es el principal problema de Ibiza, no esperen a que Cáritas encuentre alojamiento a todos aquellos que duermen en caravanas y tiendas de campaña allí donde pueden. Hablen con expertos, imiten las soluciones que se han encontrado en otros lugares del mundo en casos similares, y no dejen pasar más tiempo. Lamentablemente con discursos no van a resolver nada y convendría aprovechar el próximo invierno (para este año ya llegan tarde) para no seguir deteriorando aún más la ya maltrecha imagen de la isla.
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