Desde finales de la semana pasada y principios de esta la Aemet avisó que llegaría una potente tormenta a Balears. Incluso la bautizaron con el nombre de Dana. Dijeron que habría un fuerte temporal en el mar, que podrían caer hasta 50 litros por metro cuadrado, y pidieron a los ciudadanos que intentasen no desplazarse a determinadas horas, que no aparcasen sus vehículos debajo de árboles y, en definitiva, que fuesen prudentes.
Muchas de las personas que conozco hicieron caso a las advertencias de Aemet y recogieron muebles de terraza o bien revisaron todo aquello de sus domicilios que pudiese ser víctima de la tormenta, desde toldos hasta los propios vehículos. Sin embargo, algunos irresponsables creían que la Aemet se equivocaría, que las previsiones no se cumplirían y pasaron el día en alta mar, fondeados, como si no hubiera un mañana. Algunos debían creer que sus grandes yates podrían con la Dana y con cualquier tormenta que pasase por las islas, que nada ni nadie puede con sus embarcaciones de lujo, que fondean donde ellos quieren para ir a cenar a restaurantes caros de Ibiza y Formentera cuando acaba el día.
Pero no fue así. Decenas de embarcaciones vivieron unas horas de pesadilla, chocando entre ellas, o bien acabando en la costa. Afortunadamente no hubo que lamentar ninguna víctima mortal, pero las imágenes son dantescas. Barcos valorados en lo que una familia media necesita para vivir una década estampados contra la costa por la irresponsabilidad de sus propietarios, que fueron incapaces de protegerse para pasar el temporal. Seguramente algún experto en náutica podría ilustrarnos. Cuándo alguien consigue un título para llevar un yate, ¿no aprende que hay que hacer caso a las advertencias meteorológicas? Cuando alguien está de vacaciones, ¿no tiene la obligación de revisar cómo está el tiempo en la zona donde fondea?
Más allá de que los propietarios de estos barcos que han aparecido en cientos de vídeos en las redes sociales y en los medios de comunicación deberán luchar ahora con los seguros para poder recuperar sus embarcaciones, es realmente preocupante que naveguen por nuestras costas personas que no hacen caso ni siquiera al aviso de una gran tormenta, que les importe un bledo si llueve o haya olas de seis metros, que pongan en peligro su propia seguridad para no perderse un día en alta mar abriendo sin parar botellas de Moet Chandon y comiendo gambas en sus caros yates o veleros como si no hubiera un mañana.
Convendría que las autoridades, si es que hay alguien realmente competente en la gestión de la costa, tomasen nota de los nombres de estos infractores e irresponsables que hubiesen podido evitar con un mínimo de sentido común las imágenes que se han podido ver durante los últimos días. La tormenta se anunció tres días antes de que llegase, no diez minutos, por lo que ni siquiera pueden dar la culpa a la Aemet de lo ocurrido. Da un poco de vergüenza que la costa de todos esté repleta de estos personajes con tan poco sentido común. Y se ha vuelto a demostrar que con el mar no se juega.