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Dejar atrás nuevas y viejas rencillas por el bien de nuestro fútbol

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Desde bien pequeño me encantaba todo lo que dibujaba el gran Ibáñez para la editorial Bruguera. Crecí con todos sus personajes pero había dos con los que especialmente me partía de risa, Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio. Aún hoy me parece impensable que por la imaginación del genial creador barcelonés pudieran salir tantas historias buenas, con esa increíble capacidad de que la siguiente superaba a la anterior, y para que Otilio, el gordo supuestamente currante con gorra y mono azul, acabara haciendo un lío y un desastre aún mayor que el anterior, mientras su jefe, Pepe Gotera, le daba órdenes sin dar un palo al agua.
Sin embargo, el día a día se empeña en ponernos por delante multitud de casos en los que la realidad supera la ficción como el que se está investigando con lo sucedido en el campo de fútbol Sánchez y Vivancos de la ciudad de Ibiza y que ha derivado en un nuevo cruce de acusaciones entre la UD Ibiza y la SD Ibiza. Más allá de quien lleve o no razón o de si es cierto lo que se dice o no, lo que parece del todo incomprensible es que alguien pudiera haber empleado una pintura plástica para las líneas del campo en el que juega sus partidos de liga el equipo rojillo en Segunda RFEF. Simplemente, la mera sospecha de que esto pudo haberse producido es para llevarse las manos a la cabeza porque se trata de una pintura que pone en riesgo la salud de las personas más allá del daño que puede provocar a un césped que no hay que olvidar que es parte fundamental del trabajo diario de los futbolistas.
Por más que le doy vueltas al asunto no me cabe en la cabeza que profesionales que supuestamente saben de que va el tema, puedan haber empleado, tal y como denuncia, Royalverd, la empresa que se encarga del mantenimiento del césped para la UD Ibiza, «pintura plástica mate adecuada para el pintado de techos y paredes». No digo que no, porque yo como Santo Tomás, si no veo no creo, pero parece muy complicado de entender que nadie se diera cuenta por parte de la SD Ibiza con todos los buenos profesionales que hay en este club, al menos que se haya contratado para los trabajos a nuestros queridos Pepe Gotera y Otilio y su famosa empresa Chapuzas a domicilio.
Solo el tiempo dirá en que queda la cosa, si el césped tiene solución o como dice la UD Ibiza tendrá que replantarse con el perjuicio económico que eso provocará, o si se acaba cerrando el campo para los partidos del club que entrena Raúl Casañ, pero lo cierto es que se ha vuelto desatar un conflicto entre ambos clubes que no beneficia a nadie. Como si esto de las líneas fuera la mecha que unos y otros esperaban para que el fuego empezara de nuevo a arder. La excusa perfecta para volver a lanzarse los trastos a la cabeza en un lío que ya se eterniza más de lo debido y que lo único que hace es dañar la imagen de dos instituciones que, tal vez, si caminaran juntas y no entre rencor y desconfianza, saldrían beneficiadas.
Es cierto que hay un refrán que asegura que las medias ni para las mujeres, y que compartir nunca es fácil, pero mientras los dos clubes se acusan de cualquier cosa y parecen cada vez más alejados en sus posturas, es la propia ciudad de Ibiza y sus aficionados los que salen perdiendo. Somos una isla pequeña, con muchas limitaciones en materia deportiva y en materia de fútbol, y nos guste o no, a todos nos encantaría tener un equipo en la máxima categoría pudiendo disfrutar de los mejores equipos y jugadores cada quince días. Y estoy seguro que al resto de clubes cercanos también, porque al final se produce un efecto llamada que repercute en la satisfacción de los aficionados y porque vivimos en un país donde siempre hemos sido muy de animar y subirnos al carro del que gana y olvidar rápidamente al que no lo hace.
Sin embargo nada de eso se puede conseguir si dos de los equipos más importantes de la ciudad de Ibiza se siguen odiando tanto. Si emplean cualquier excusa para emitir comunicados en los que se acusan de tantas y tantas cosas mientras sus seguidores lo único que quieren es disfrutar de los partidos de su equipo cada domingo con la ilusión de cantar los goles de su jugador preferido y marcharse con la satisfacción de haber sumado los tres puntos. Porque no importa la camiseta que lleven al campo, los aficionados ya tienen suficiente con los problemas que sufren en su día a día en una Ibiza que está al borde del colapso por otras muchas cosas, para que encima sus clubes les amarguen la semana. Para tener que escuchar que el de allá es un cual y el de acullá un tal.. y que el otro siempre tiene la culpa de todo.
Así que mientras se descubre si Pepe Gotera y Otilio trabajaron en el terreno de juego del Sánchez y Vivancos, si realmente el césped quedó dañado, si se cierra el campo o si el daño económico para arreglarlo todo es el que se dice que es por parte de la UD Ibiza, tal vez sea el momento para que ambas directivas den una lección de urbanidad y de sentido común. Que se sienten de una vez por todas, que se den la mano, que dejen atrás antiguas y nuevas rencillas y que se den cuenta que más allá de colores rojos o celestes, lo que realmente representan es a una ciudad de Ibiza con sus seguidores ilusionados por el buen inicio de ambos equipos en sus respectivas competiciones. Y porque al final, hay vida mucho más allá del fútbol.

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